Nutrición
El mayor programa europeo de estudio de sustancias químicas encuentra niveles "alarmantemente altos" de tóxicos en el organismo.
La Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana, el mayor programa europeo de estudio de sustancias químicas tóxicas, ha analizado la presencia de 18 de los grupos más problemáticos de sustancias químicas en muestras de orina y/o sangre de más de 13.000 personas, encontrando niveles “alarmantemente altos” de múltiples sustancias nocivas en una parte significativa de la población, que podrían causar graves enfermedades, especialmente en niños y adolescentes.
Los disruptores endocrinos y otros productos químicos tóxicos son uno de los factores ambientales que influyen fuertemente en la generación de patologías y complicaciones autoinmunes (Floreani, A. et al 2016). Por ejemplo, se ha observado mayor prevalencia de enfermedades autoinmunes en personas que viven en zonas contaminadas cercanas a plantas petroquímicas y en trabajadores de estas empresas, en zonas contaminadas con pesticidas organoclorados o bifenilos, cerca de fundiciones de aluminio o en personas expuestas a minerales tóxicos como mercurio (Benvenga, S. et al 2020; Björk, A. et al 2020).
La Unión Europea acostumbra a evaluar los riesgos de las sustancias de forma aislada, subestimando los efectos de las mezclas. Este informe ha comprobado que el “efecto cóctel” amplifica los riesgos sobre la salud; “los valores medidos son excesivamente altos para varias sustancias y no se puede excluir el riesgo de efectos nocivos para la salud”. Organismos pertenecientes al programa europeo, como la Oficina Europea del Medio Ambiente, apuntan a que gran parte de la exposición a estas sustancias tóxicas se debe a los fallos en las normativas que permiten el uso peligrosamente descontrolado de sustancias químicas, posibilitando el acceso de éstas al mercado antes de comprobar la calidad de los datos. En el informe, no se pudo establecer niveles de peligro para la salud debido a la insuficiencia de datos sobre toxicidad, puesto que se les exigen muy pocos datos - incluso ninguno - a las empresas que los producen.
Los autores encontraron pruebas de lo que el informe denomina "sustitución lamentable": la práctica de cambiar la producción de una sustancia regulada, por otra similar no regulada que probablemente sea igual de peligrosa. Por ejemplo, se ha sustituido el Bisfenol-A por Bisfenol-S, igualmente relacionado con efectos perjudiciales para la salud (Abouhamzeh, B. et al 2023). Observaron una sustitución similar de los ftalatos y otras sustancias químicas como los retardantes de llama utilizados en muchos productos domésticos. El 99% de los niños de la muestra presenta contaminantes en su organismo de un metabolito potencialmente cancerígeno de al menos un retardante de llama.
Adicionalmente, se encontró una exposición generalizada a las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) que superaba los valores máximos de exposición tolerable orientativos para la salud. Todos los jóvenes estudiados resultaron contaminados y se sugiere que la exposición en algunos puntos es unas 100 veces superior a la media. Se calculó que el 17% de los niños y adolescentes europeos corren riesgo de exposición a una mezcla de ftalatos altamente tóxicos para el sistema reproductivo.
Asimismo, existe una fuerte exposición al Bisfenol A en toda Europa, siendo las madres y los niños los más vulnerables. La exposición a químicos en las mujeres embarazadas puede afectar no sólo al desarrollo y crecimiento del feto durante el embarazo, sino también a su salud futura. La Comisión Europea se comprometió a prohibir las sustancias químicas más nocivas en todos los productos de consumo para finales de 2022, pero miembros de la Unión Europea decidieron retrasarla tras las presiones de la industria química alemana; a pesar de los informes de impacto de estos productos, donde se afirma que los costes directos para la industria química de prohibir las sustancias químicas más nocivas en los productos de consumo y profesionales se compensan más de 10 veces con los beneficios para la salud humana. En lugar de abarcar todos los productos de consumo con la nueva prohibición, se planea prohibir entre al menos un 1% y un 50% como máximo. Estos niveles permitirán que se perpetúe la exposición generalizada de sustancias químicas altamente peligrosas y no se eviten graves daños para la salud, al contribuir a patologías como el cáncer, la infertilidad, asma, enfermedades neurológicas, e incluso obesidad.
Recientemente Sunyer-Caldú y colaboradores (Sunyer-Caldú, A. et al 2023) analizaron muestras de sangre de cordón umbilical de recién nacidos, hallando filtros ultravioleta y parabenos, como BP3, BP1, BP2, AVO, BP4, MePB y PrPB. Además, no sólo los productos químicos de uso frecuente pueden llegar al entorno fetal, el estudio ha determinado por primera vez en sangre del cordón umbilical 10 sustancias químicas, entre ellas fármacos como algunos metabolitos del metamizol (Nolotil®), eritromicina, 4-aminoantipirina, compuestos de productos de cuidado personal, conservantes y plastificantes. Los filtros ultravioletas y los parabenos están presentes a nivel masivo en productos de higiene y de belleza, así como en envases de alimentos, plásticos, textiles, pinturas, gomas y muchos otros productos de uso diario. Ambos están considerados disruptores endocrinos con efecto estrogénico y antiandrogénico, que pueden acumularse en tejidos, atravesar la placenta y llegar al feto (Towers, C. V. et al 2015; Reimann, B. et al 2021). Coexisten además con otros productos químicos presentes en la misma formulación, como conservantes, antiapelmazantes, emulsionantes, etc, incluidos también en productos farmacéuticos, bebidas y alimentos. La benzofenona-3 u oxibenzona (BP3) es el filtro ultravioleta más usado en el mundo en las cremas llamadas de forma cuestionable "de protección solar", pese a no existir evidencia de lo que sugiere semejante afirmación. La principal exposición de la madre a este químico es a través de la piel. Se ha demostrado que BP3 llega a la sangre del cordón umbilical, y posteriormente al feto (Song, S. et al 2020). Los principales metabolitos, BP1 y BP2, tienen mayor actividad estrogénica que el compuesto original, y se emplean comúnmente en productos de cuidado personal y plásticos para envases de alimentos. La avobenzona (AVO) se utiliza comúnmente junto con BP3 en formulaciones de protectores solares, lociones corporales y otros productos de cuidado personal. No es un filtro ultravioleta habitualmente monitorizado, pero algunos estudios le confieren actividades mutagénicas y potencial antiestrogénico y obesogénico (Ahn, S. et al 2019; ECHA EUROPA, 2022a). Dadas las altas concentraciones observadas, junto con sus potenciales efectos dañinos en la salud, debe ser monitorizado.
La industria química no tiene otro objetivo que aumentar sus ventas de químicos año tras año, y dado que los gobiernos protegen a sus industrias, nadie puede asombrarse de que el resultado sea un incremento exponencial de tóxicos químicos en nuestro organismo.
Los disruptores endocrinos y otros productos químicos tóxicos son uno de los factores ambientales que influyen fuertemente en la generación de patologías y complicaciones autoinmunes (Floreani, A. et al 2016). Por ejemplo, se ha observado mayor prevalencia de enfermedades autoinmunes en personas que viven en zonas contaminadas cercanas a plantas petroquímicas y en trabajadores de estas empresas, en zonas contaminadas con pesticidas organoclorados o bifenilos, cerca de fundiciones de aluminio o en personas expuestas a minerales tóxicos como mercurio (Benvenga, S. et al 2020; Björk, A. et al 2020).
La Unión Europea acostumbra a evaluar los riesgos de las sustancias de forma aislada, subestimando los efectos de las mezclas. Este informe ha comprobado que el “efecto cóctel” amplifica los riesgos sobre la salud; “los valores medidos son excesivamente altos para varias sustancias y no se puede excluir el riesgo de efectos nocivos para la salud”. Organismos pertenecientes al programa europeo, como la Oficina Europea del Medio Ambiente, apuntan a que gran parte de la exposición a estas sustancias tóxicas se debe a los fallos en las normativas que permiten el uso peligrosamente descontrolado de sustancias químicas, posibilitando el acceso de éstas al mercado antes de comprobar la calidad de los datos. En el informe, no se pudo establecer niveles de peligro para la salud debido a la insuficiencia de datos sobre toxicidad, puesto que se les exigen muy pocos datos - incluso ninguno - a las empresas que los producen.
Los autores encontraron pruebas de lo que el informe denomina "sustitución lamentable": la práctica de cambiar la producción de una sustancia regulada, por otra similar no regulada que probablemente sea igual de peligrosa. Por ejemplo, se ha sustituido el Bisfenol-A por Bisfenol-S, igualmente relacionado con efectos perjudiciales para la salud (Abouhamzeh, B. et al 2023). Observaron una sustitución similar de los ftalatos y otras sustancias químicas como los retardantes de llama utilizados en muchos productos domésticos. El 99% de los niños de la muestra presenta contaminantes en su organismo de un metabolito potencialmente cancerígeno de al menos un retardante de llama.
Adicionalmente, se encontró una exposición generalizada a las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) que superaba los valores máximos de exposición tolerable orientativos para la salud. Todos los jóvenes estudiados resultaron contaminados y se sugiere que la exposición en algunos puntos es unas 100 veces superior a la media. Se calculó que el 17% de los niños y adolescentes europeos corren riesgo de exposición a una mezcla de ftalatos altamente tóxicos para el sistema reproductivo.
Asimismo, existe una fuerte exposición al Bisfenol A en toda Europa, siendo las madres y los niños los más vulnerables. La exposición a químicos en las mujeres embarazadas puede afectar no sólo al desarrollo y crecimiento del feto durante el embarazo, sino también a su salud futura. La Comisión Europea se comprometió a prohibir las sustancias químicas más nocivas en todos los productos de consumo para finales de 2022, pero miembros de la Unión Europea decidieron retrasarla tras las presiones de la industria química alemana; a pesar de los informes de impacto de estos productos, donde se afirma que los costes directos para la industria química de prohibir las sustancias químicas más nocivas en los productos de consumo y profesionales se compensan más de 10 veces con los beneficios para la salud humana. En lugar de abarcar todos los productos de consumo con la nueva prohibición, se planea prohibir entre al menos un 1% y un 50% como máximo. Estos niveles permitirán que se perpetúe la exposición generalizada de sustancias químicas altamente peligrosas y no se eviten graves daños para la salud, al contribuir a patologías como el cáncer, la infertilidad, asma, enfermedades neurológicas, e incluso obesidad.
Recientemente Sunyer-Caldú y colaboradores (Sunyer-Caldú, A. et al 2023) analizaron muestras de sangre de cordón umbilical de recién nacidos, hallando filtros ultravioleta y parabenos, como BP3, BP1, BP2, AVO, BP4, MePB y PrPB. Además, no sólo los productos químicos de uso frecuente pueden llegar al entorno fetal, el estudio ha determinado por primera vez en sangre del cordón umbilical 10 sustancias químicas, entre ellas fármacos como algunos metabolitos del metamizol (Nolotil®), eritromicina, 4-aminoantipirina, compuestos de productos de cuidado personal, conservantes y plastificantes. Los filtros ultravioletas y los parabenos están presentes a nivel masivo en productos de higiene y de belleza, así como en envases de alimentos, plásticos, textiles, pinturas, gomas y muchos otros productos de uso diario. Ambos están considerados disruptores endocrinos con efecto estrogénico y antiandrogénico, que pueden acumularse en tejidos, atravesar la placenta y llegar al feto (Towers, C. V. et al 2015; Reimann, B. et al 2021). Coexisten además con otros productos químicos presentes en la misma formulación, como conservantes, antiapelmazantes, emulsionantes, etc, incluidos también en productos farmacéuticos, bebidas y alimentos. La benzofenona-3 u oxibenzona (BP3) es el filtro ultravioleta más usado en el mundo en las cremas llamadas de forma cuestionable "de protección solar", pese a no existir evidencia de lo que sugiere semejante afirmación. La principal exposición de la madre a este químico es a través de la piel. Se ha demostrado que BP3 llega a la sangre del cordón umbilical, y posteriormente al feto (Song, S. et al 2020). Los principales metabolitos, BP1 y BP2, tienen mayor actividad estrogénica que el compuesto original, y se emplean comúnmente en productos de cuidado personal y plásticos para envases de alimentos. La avobenzona (AVO) se utiliza comúnmente junto con BP3 en formulaciones de protectores solares, lociones corporales y otros productos de cuidado personal. No es un filtro ultravioleta habitualmente monitorizado, pero algunos estudios le confieren actividades mutagénicas y potencial antiestrogénico y obesogénico (Ahn, S. et al 2019; ECHA EUROPA, 2022a). Dadas las altas concentraciones observadas, junto con sus potenciales efectos dañinos en la salud, debe ser monitorizado.
La industria química no tiene otro objetivo que aumentar sus ventas de químicos año tras año, y dado que los gobiernos protegen a sus industrias, nadie puede asombrarse de que el resultado sea un incremento exponencial de tóxicos químicos en nuestro organismo.
https://eeb.org/european-citizens-alarmingly-high-chemical-exposure/
Abouhamzeh, B., Zare, Z., Mohammadi, M., Moosazadeh, M., & Nourian, A. (2023). Bisphenol-S Influence on Oxidative Stress and Endocrine Biomarkers of Reproductive System: A Systematic Review and Meta-Analysis. International journal of preventive medicine, 14, 37. https://doi.org/10.4103/ijpvm.ijpvm_271_21
Ahn, S., An, S., Lee, M., Lee, E., Pyo, J. J., Kim, J. H., Ki, M. W., Jin, S. H., Ha, J., & Noh, M. (2019). A long-wave UVA filter avobenzone induces obesogenic phenotypes in normal human epidermal keratinocytes and mesenchymal stem cells. Archives of toxicology, 93(7), 1903–1915. https://doi.org/10.1007/s00204-019-02462-1
Björk, A., Mofors, J., & Wahren-Herlenius, M. (2020). Environmental factors in the pathogenesis of primary Sjögren's syndrome. Journal of internal medicine, 287(5), 475–492. https://doi.org/10.1111/joim.13032
ECHA EUROPA, 2022a. Resumen de clasificación y etiquetado de avobenzona [DocumentoWWW]. URL https://echa.europa.eu/information-on-chemicals/cl-inventory-database/-/discli/details/213397
Reimann, B., Vrijens, K., Roels, H. A., Wang, C., Cosemans, C., Van Overmeire, I., Nawrot, T. S., & Plusquin, M. (2021). In utero exposure to parabens and early childhood BMI z-scores - Associations between placental ethyl paraben, longitudinal BMI trajectories and cord blood metabolic biomarkers. Environment international, 157, 106845. https://doi.org/10.1016/j.envint.2021.106845
Song, S., He, Y., Huang, Y., Huang, X., Guo, Y., Zhu, H., Kannan, K., & Zhang, T. (2020). Occurrence and transfer of benzophenone-type ultraviolet filters from the pregnant women to fetuses. The Science of the total environment, 726, 138503. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2020.138503
Sunyer-Caldú, A., Peiró, A., Díaz, M., Ibáñez, L., Gil-Solsona, R., Gago-Ferrero, P., & Silvia Diaz-Cruz, M. (2023). Target analysis and suspect screening of UV filters, parabens and other chemicals used in personal care products in human cord blood: Prenatal exposure by mother-fetus transfer. Environment international, 173, 107834. https://doi.org/10.1016/j.envint.2023.107834
Parlamento Europeo y Consejo de la Unión Europea, 2009. Reglamento (CE) nº 1223/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo de 30 de noviembre de 2009 sobre productos cosméticos.
Towers, C. V., Terry, P. D., Lewis, D., Howard, B., Chambers, W., Armistead, C., Weitz, B., Porter, S., Borman, C. J., Kennedy, R. C., & Chen, J. (2015). Transplacental passage of antimicrobial paraben preservatives. Journal of exposure science & environmental epidemiology, 25(6), 604–607. https://doi.org/10.1038/jes.2015.27
Benvenga, S., Elia, G., Ragusa, F., Paparo, S. R., Sturniolo, M. M., Ferrari, S. M., Antonelli, A., & Fallahi, P. (2020). Endocrine disruptors and thyroid autoimmunity. Best practice & research. Clinical endocrinology & metabolism, 34(1), 101377. https://doi.org/10.1016/j.beem.2020.101377
Floreani, A., Leung, P. S., & Gershwin, M. E. (2016). Environmental Basis of Autoimmunity. Clinical reviews in allergy & immunology, 50(3), 287–300. https://doi.org/10.1007/s12016-015-8493-8
* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.