Nutrición
Los suplementos destinados a la salud cerebral no tienen evidencia.
En 2018, se estimaron aproximadamente 85.000 tipos de suplementos dietéticos disponibles en el mercado estadounidense, los cuales generaron más de 40 mil millones de dólares en ventas minoristas en dicho país, y superaron los 121 mil millones de dólares a nivel mundial. Entre los adultos mayores de 50 años, el 81% considera que los suplementos son al menos algo importantes para la salud general, y el 69% reporta consumir algún suplemento dietético al menos tres veces por semana.
El interés creciente en el mantenimiento y la mejora de la salud cerebral a medida que se envejece ha motivado un aumento en la demanda de suplementos para la memoria. De hecho, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos (GAO) ha señalado que el 26% de las personas mayores de 50 años toma regularmente al menos un suplemento por razones relacionadas con la salud cognitiva.
Este documento presenta un resumen del estado actual de la evidencia científica respecto a los suplementos y su impacto en la salud cognitiva. Se han examinado pruebas relativas a diversas sustancias, incluyendo vitaminas B, D y E; DHA, EPA, ALA, aceite de pescado, MCT, huperzina-A, cafeína, nicotinamida ribósido, fosfatidilserina, curcumina, flavanoles, coenzima Q10, Ginkgo biloba y apoaequorina. En general, los resultados indican que no existe evidencia suficiente para respaldar el uso de estos suplementos en la prevención, ralentización, reversión o detención del deterioro cognitivo leve, la demencia u otras enfermedades neurológicas relacionadas.
Es común que los consumidores asuman que los suplementos dietéticos están sujetos a las mismas regulaciones gubernamentales que los medicamentos recetados y de venta libre, creyendo erróneamente que han sido sometidos a pruebas rigurosas de seguridad y eficacia antes de su comercialización. Sin embargo, las directrices de la FDA no se aplican de igual manera a los suplementos. Estos productos no son evaluados por laboratorios independientes para verificar la exactitud de los ingredientes declarados, y en su mayoría, carecen de evidencia científica legítima que demuestre su efectividad. La FDA delega en los fabricantes la responsabilidad de probar la seguridad de los suplementos, pero no su eficacia, lo que los exime de someterse a los ensayos clínicos rigurosos que se exigen para los medicamentos recetados.
En cuanto a los suplementos que se promocionan como beneficiosos para la salud cerebral y la prevención del deterioro cognitivo, no existe evidencia concluyente derivada de ensayos clínicos que respalde su uso. A menos que se identifiquen carencias nutricionales específicas, una dieta equilibrada elimina la necesidad de suplementación con vitaminas, y en algunos casos, su uso indiscriminado podría resultar contraproducente.
Es importante destacar que muchos de estos suplementos no siempre contienen los compuestos que se anuncian. En ocasiones, algunas formulaciones pueden incluir pequeñas cantidades de ingredientes tóxicos o nocivos, introducidos en algún punto del proceso de recolección y fabricación. Cuando estos causan enfermedades, la FDA investiga y puede llegar a prohibir el producto.
En conclusión, es preferible invertir en una dieta compuesta de alimentos de calidad y en un estilo de vida saludable, en lugar de depender de suplementos dietéticos cuya eficacia y seguridad no han sido adecuadamente comprobadas.
El interés creciente en el mantenimiento y la mejora de la salud cerebral a medida que se envejece ha motivado un aumento en la demanda de suplementos para la memoria. De hecho, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos (GAO) ha señalado que el 26% de las personas mayores de 50 años toma regularmente al menos un suplemento por razones relacionadas con la salud cognitiva.
Este documento presenta un resumen del estado actual de la evidencia científica respecto a los suplementos y su impacto en la salud cognitiva. Se han examinado pruebas relativas a diversas sustancias, incluyendo vitaminas B, D y E; DHA, EPA, ALA, aceite de pescado, MCT, huperzina-A, cafeína, nicotinamida ribósido, fosfatidilserina, curcumina, flavanoles, coenzima Q10, Ginkgo biloba y apoaequorina. En general, los resultados indican que no existe evidencia suficiente para respaldar el uso de estos suplementos en la prevención, ralentización, reversión o detención del deterioro cognitivo leve, la demencia u otras enfermedades neurológicas relacionadas.
Es común que los consumidores asuman que los suplementos dietéticos están sujetos a las mismas regulaciones gubernamentales que los medicamentos recetados y de venta libre, creyendo erróneamente que han sido sometidos a pruebas rigurosas de seguridad y eficacia antes de su comercialización. Sin embargo, las directrices de la FDA no se aplican de igual manera a los suplementos. Estos productos no son evaluados por laboratorios independientes para verificar la exactitud de los ingredientes declarados, y en su mayoría, carecen de evidencia científica legítima que demuestre su efectividad. La FDA delega en los fabricantes la responsabilidad de probar la seguridad de los suplementos, pero no su eficacia, lo que los exime de someterse a los ensayos clínicos rigurosos que se exigen para los medicamentos recetados.
En cuanto a los suplementos que se promocionan como beneficiosos para la salud cerebral y la prevención del deterioro cognitivo, no existe evidencia concluyente derivada de ensayos clínicos que respalde su uso. A menos que se identifiquen carencias nutricionales específicas, una dieta equilibrada elimina la necesidad de suplementación con vitaminas, y en algunos casos, su uso indiscriminado podría resultar contraproducente.
Es importante destacar que muchos de estos suplementos no siempre contienen los compuestos que se anuncian. En ocasiones, algunas formulaciones pueden incluir pequeñas cantidades de ingredientes tóxicos o nocivos, introducidos en algún punto del proceso de recolección y fabricación. Cuando estos causan enfermedades, la FDA investiga y puede llegar a prohibir el producto.
En conclusión, es preferible invertir en una dieta compuesta de alimentos de calidad y en un estilo de vida saludable, en lugar de depender de suplementos dietéticos cuya eficacia y seguridad no han sido adecuadamente comprobadas.
Global Council on Brain Health. (2019). The real deal on brain health supplements: GCBH recommendations on vitamins, minerals, and other dietary supplements. AARP. https://doi.org/10.26419/pia.00094.001
* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.