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Erwin Schrödinger, Mente y materia.
Erwin Schrödinger (1887-1961), más conocido como "el del gato", fue Premio Nobel de Fisica. En este libro desarrolla la relación entre consciencia y materia. "El mundo es una construcción de nuestras sensaciones, percepciones y recuerdos". Sin embargo, debemos considerar que el mundo que nos rodea existe en sí mismo, aunque éste no se manifiesta en sí mismo, sino en nuestra consciencia mediante ciertos procesos neuronales. Sin embargo, conocemos que la mayor parte de los procesos neuronales no generan consciencia. ¿Por qué solo algunos procesos de consciencia iluminan el mundo? ¿Es el mundo negado a seres filogenéticamente más antiguos? ¿Y por qué la consciencia desaparece cuando se automatizan conductas previamente conscientes? ¿Nuestra vida es un despliegue casi en en sentido Hegeliano, sobre nuestra consciencia inhibiendo procesos filogenéticos inconscientes? Somos conquistadores y conquistados de las mutaciones que se seleccionan, nos dice Schrödinger.
Para Spinoza cada ente particular es una modificación de la sustancia infinita. No hay razón para pensar que nuestro cerebro es el órgano definitivo en cuanto a la consciencia, que permite la comprensión total y definitiva de aquello que nos rodea. Si aceptamos la teoría de la evolución, debemos asumir que estamos programados para un desarrollo, incluído de la consciencia, y con ello la visión del mundo que nos rodea. Sin embargo quizás hemos agotado nuestro potencial evolutivo, como sucede con muchas especies que llevan millones de años sobre la tierra sin grandes cambios genotìpicos. Desde una visión naturalista, es razonable pensar en términos de biología evolutiva: lo importante es sobrevivir, no desarrollar productos simbólicos en nuestra mente. Muchas especies han asegurado exitosamente su supervivencia a toda clase de desafíos ambientales, podríamos decir que mejor que los seres humanos. Quizás desde esta perspectiva la visión de que la consciencia debe medirse en términos de simbolismo humano es antropocéntrica y arrogante. Si pensamos en términos evolutivos como marco epistémico, es razonable pensar en la consciencia como un subproducto. Sin abrazar el Lamarkismo, y aunque ya se conocía la epigenética, Schrödinger escribe sobre la modificación del ambiente y su influencia en la selección natural darwiniana. Cuesta pensar en una aleatoriedad totalmente azarosa, y describe como los genes seleccionan ambientes que parecen de provecho para esos mismos genes, acentuando el proceso biológico.
El mundo nos es dado de una sola vez, como sujeto que percibe conscientemente el mundo, no hay mundo sin consciencia, ni consciencia sin contenido. No hemos elaborado una imagen científica del mundo sin la mente. Igualmente, no hay ciencia sin ser percibida y pensada. Sin una consciencia el mundo es incoloro, intocable, mudo. Kant nos enseñó que incluso el espacio y el tiempo son nuestra consciencia, no el mundo. Al desarrollar la relación entre sujeto y objeto, Schrödinger comenta el hecho de que los instrumentos de medición implican en realidad el mismo problema de lo sensorial. Con nuestros órganos solo accedemos a una representación, y con instrumentos solo accedemos a otra representación. No cabe duda de que puede ser útil para desenmascarar lo subyacente a fenómenos físicos, pero no necesariamente para conocer la cosa en sí. Cita Schrödinger frecuentemente a Sherrington, quien ya vió con lucidez que la neurona era parte y todo, la consciencia es a su vez célula, grupo y todo. Tiene lógica evolutiva, dado que deben comenzar unidades funcionales efectoras ante inputs sensoriales, que en algún momento forman grupos funcionales adaptativamente. Quizás podamos dividir a su vez la neurona en unidades conscientes de bajo nivel.
Nuestra percepción de vivir son nuestras metáforas sensoriales. Un electrón no es rojo ni azul, y no encontraremos la respuesta al hecho de que vemos cosas rojas y azules aludiendo a longitudes de onda. Todas descripciones científicas de los procesos naturales y de la física carecen de todas las cualidades sensoriales y mentales de nuestra consciencia, y por tanto no pueden explicarlas. Esto lo encontramos en Demócrito. La ciencia no describe meros resultados, sino que mediante cierta terminología construyen una teoría. Por tanto debemos separar aquello que se elabora teóricamente, la observación, y la cosa en sí. No obstante, la energía degenera hacia un desenlace fatal. Sin energía, ¿que sucede con la consciencia? Esta pregunta es inquietante incluso si pensamos en cuando cada noche nos vamos a dormir. ¿Dónde viaja esas horas la consciencia?
"El mundo no se extiende en el espacio y en el tiempo, no es sino una representación nuestra". Erwin Schrödinger.
Citar como: Bordallo. A. Revisión Mente y materia, de Erwin Schrödinger. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_erwin-schrodinger-mente-y-materia
Copyright© ICNS Instituto
Para Spinoza cada ente particular es una modificación de la sustancia infinita. No hay razón para pensar que nuestro cerebro es el órgano definitivo en cuanto a la consciencia, que permite la comprensión total y definitiva de aquello que nos rodea. Si aceptamos la teoría de la evolución, debemos asumir que estamos programados para un desarrollo, incluído de la consciencia, y con ello la visión del mundo que nos rodea. Sin embargo quizás hemos agotado nuestro potencial evolutivo, como sucede con muchas especies que llevan millones de años sobre la tierra sin grandes cambios genotìpicos. Desde una visión naturalista, es razonable pensar en términos de biología evolutiva: lo importante es sobrevivir, no desarrollar productos simbólicos en nuestra mente. Muchas especies han asegurado exitosamente su supervivencia a toda clase de desafíos ambientales, podríamos decir que mejor que los seres humanos. Quizás desde esta perspectiva la visión de que la consciencia debe medirse en términos de simbolismo humano es antropocéntrica y arrogante. Si pensamos en términos evolutivos como marco epistémico, es razonable pensar en la consciencia como un subproducto. Sin abrazar el Lamarkismo, y aunque ya se conocía la epigenética, Schrödinger escribe sobre la modificación del ambiente y su influencia en la selección natural darwiniana. Cuesta pensar en una aleatoriedad totalmente azarosa, y describe como los genes seleccionan ambientes que parecen de provecho para esos mismos genes, acentuando el proceso biológico.
El mundo nos es dado de una sola vez, como sujeto que percibe conscientemente el mundo, no hay mundo sin consciencia, ni consciencia sin contenido. No hemos elaborado una imagen científica del mundo sin la mente. Igualmente, no hay ciencia sin ser percibida y pensada. Sin una consciencia el mundo es incoloro, intocable, mudo. Kant nos enseñó que incluso el espacio y el tiempo son nuestra consciencia, no el mundo. Al desarrollar la relación entre sujeto y objeto, Schrödinger comenta el hecho de que los instrumentos de medición implican en realidad el mismo problema de lo sensorial. Con nuestros órganos solo accedemos a una representación, y con instrumentos solo accedemos a otra representación. No cabe duda de que puede ser útil para desenmascarar lo subyacente a fenómenos físicos, pero no necesariamente para conocer la cosa en sí. Cita Schrödinger frecuentemente a Sherrington, quien ya vió con lucidez que la neurona era parte y todo, la consciencia es a su vez célula, grupo y todo. Tiene lógica evolutiva, dado que deben comenzar unidades funcionales efectoras ante inputs sensoriales, que en algún momento forman grupos funcionales adaptativamente. Quizás podamos dividir a su vez la neurona en unidades conscientes de bajo nivel.
Nuestra percepción de vivir son nuestras metáforas sensoriales. Un electrón no es rojo ni azul, y no encontraremos la respuesta al hecho de que vemos cosas rojas y azules aludiendo a longitudes de onda. Todas descripciones científicas de los procesos naturales y de la física carecen de todas las cualidades sensoriales y mentales de nuestra consciencia, y por tanto no pueden explicarlas. Esto lo encontramos en Demócrito. La ciencia no describe meros resultados, sino que mediante cierta terminología construyen una teoría. Por tanto debemos separar aquello que se elabora teóricamente, la observación, y la cosa en sí. No obstante, la energía degenera hacia un desenlace fatal. Sin energía, ¿que sucede con la consciencia? Esta pregunta es inquietante incluso si pensamos en cuando cada noche nos vamos a dormir. ¿Dónde viaja esas horas la consciencia?
"El mundo no se extiende en el espacio y en el tiempo, no es sino una representación nuestra". Erwin Schrödinger.
Citar como: Bordallo. A. Revisión Mente y materia, de Erwin Schrödinger. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_erwin-schrodinger-mente-y-materia
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