Obesidad y TCA
¿Es la obesidad una enfermedad o un trastorno de la conducta alimentaria?
No es fácil trazar una línea para determinar lo que es una enfermedad, y lo que es un trastorno. Estos conceptos sugieren una dimensión desde un mayor determinismo biológico (enfermedad), a un mayor componente volitivo (la conducta de la persona) o bien situa el locus de causalidad en lo ambiental (social). El concepto biopsicosocial recoge precisamente la interrelación de estos factores, sugiriendo que existen personas genéticamente predispuestas (bio), diferencias individuales de conducta (psico), y factores estructurales como la occidentalización (social). Tras esta dimensión gen-individuo-ambiente subyace adicionalmente un juicio moral sobre la responsabilidad de la persona, que queda exculpada si se pone el peso en lo bio o lo social, pero no así si situamos el locus a nivel de la conducta del individuo, lo psico.
A nivel de población, los datos de los últimos 50 años nos muestran que existe un aumento de peso paralelo al mayor input energético (calorías per cápita). Esto nos muestra que no se puede situar el locus en lo endógeno o biológico exclusivamente, dado que existe un aumento de la ingesta. Sin embargo, en un "ambiente obesogénico" con alta presencia de alimentos disponibles vivimos todos, y encontramos que algunas personas engordan y otras no. Esto implica que el locus de causalidad no puede situarse únicamente en el ambiente.
Obesidad como enfermedad
Antes de categorizar la obesidad como una enfermedad, deberíamos entender lo que es una enfermedad, algo que no es tan fácil como pueda parecer. Podríamos definir enfermedad como una desviación de una norma biológica establecida a nivel estadístico (desviación de la norma esperada), probabilístico (riesgo), conceptual (desviación respecto a una teoría médica), o biológico (desviación del proceso homeostático observable o medible). La objetivación de lo que es una enfermedad es bastante más problemática de lo que se asume, y no puede comprenderse dando una mera definición, por lo que no lo discutiremos aquí.
En la obesidad no existe un problema de patología de tejidos que conduzca a un exceso de adiposidad por una función endógena anormal, por ejemplo una disfunción metabólica. Cualquier persona sana puede desarrollar sobrepeso y obesidad sin que exista un problema endógeno o "enfermedad" que le haga desarrollar tal sobrepeso, del mismo modo que se pueden desarrollar problemas de salud si se realizan conductas nocivas. Un argumento utilizado frecuentemente para categorizar la obesidad como enfermedad es que ésta puede ser un factor de riesgo para desarrollar otros problemas de salud. Pero un factor de riesgo no es una enfermedad, ni toda persona con un factor de riesgo enfermará finalmente. Adicionalmente, muchos de los problemas de salud que podría causar la obesidad también los causa el simple sedentarismo, y bajo este razonamiento, el sedentarismo sería una enfermedad. El argumento de obesidad como enfermedad porque causa problemas de salud es por tanto inválido.
Debemos entender además que la obesidad obedece a distintas causas, que no tienen por que ser las mismas en dos personas que comparten sobrepeso como síntoma. Algunas causas tienen un alto peso endógeno como sucede en Prader-Willi, Cushing, hipotiroidismo, etc. Otras causas tienen un alto peso exógeno, como el consumo de algunos psicofármacos (por ejemplo antipsicóticos). Algunas personas engordan simplemente por cambios dramáticos en su estilo de vida (por ejemplo pasar de una vida activa a una vida de oficina y Netflix), o porque dejan de fumar. Por tanto obesidad no debe pensarse como una enfermedad en sentido etiológico. No es sola cosa, ni tiene una sola causa. La obesidad es una manifestación fenotípica de diferentes causas, y debe pensarse más como una consecuencia.
Algunas personas señalan al ambiente obesogénico como causa de la obesidad. Sin embargo, a pesar de que todos vivimos en un ambiente obesogénico, algunas personas engordan y otras no. Esto implica que situar la causa de la obesidad en el exterior de la persona, en el ambiente obesogénico, es una explicación insuficiente. Los estudios GWAS apuntan a un origen poligénico de la obesidad, particularmente relacionado con la expresión y variaciones en distintos procesos y funciones del sistema nervioso. La ingesta se regula fundamentalmente mediante el sistema nervioso, al igual que el gasto energético, la sensibilidad a la recompensa, la saciedad, pero también la capacidad ejecutiva y capacidad de regulación de la conducta del individuo, etc.
Se utiliza el argumento de la heredabilidad para clasificar la obesidad como enfermedad. Sin embargo, el argumento de la heredabilidad es inválido, dado que en cualquier función humana normal existe heredabilidad. Por tanto la presencia de heredabilidad como prueba de enfermedad es inválido, y el argumento de la heredabilidad es usado de forma particularmente falaz y con mala intención. Es evidente que lo que ha cambiado en unas pocas décadas no han sido los genes, sino el ambiente, y es difícil defender la existencia de una "enfermedad" biológica espontánea aparecida de la nada en tan solo una generación.
Existen por tanto diferencias individuales a nivel genético que hace que algunas personas sean vulnerables cuando existe adicionalmente un ambiente obesogénico. Se necesitan genes y ambiente, del mismo modo que una semilla (genes) necesita agua y tierra para crecer (ambiente). Llamar a todo problema de la condición humana "enfermedad" no es inocente, busca convertir problemas de la vida (políticos, económicos, ambientales, conductuales, etc), en problemas médicos. La visión de obesidad como enfermedad medicaliza, y da una visión simplista y deshonesta sobre sus causas. Aparte de los problemas de validez científica de la terminología, el concepto de obesidad como enfermedad reduce la autonomía y agencia de las personas, expropia el locus de control, y genera una visión determinista errónea de la obesidad.
Obesidad como trastorno de la conducta alimentaria
La obesidad tampoco sería un trastorno de conducta o un TCA. No hay ninguna definición del concepto de trastorno que conduzca a un criterio operacional empíricamente objetivable, sino que lo que llamamos trastorno es más bien un concepto clínico. El concepto de trastorno es aún más complejo que el de enfermedad, y no lo explicaremos aquí. Simplemente nos limitaremos a responder la cuestión de manera resumida: la obesidad no es un trastorno porque no habría problemas neuropsicológicos o sobre el control de la conducta suficientes para clasificarlo como tal. Es decir, el sobrepeso no implica la existencia de un problema en la función psicológica, afectiva, perceptiva, conductual, etc. Los criterios de significación clínica para el diagnóstico psicopatológico tampoco se cumplen. La conducta alimentaria no interfiere severamente con la vida de la persona, ni existen problemas en la esfera psicosocial necesariamente. En la obesidad generalmente existe una sobreingesta consecuencia de una sensibilidad al incentivo alimentario entre otras cosas, pero no una disfunción conductual.
Para concluir
La obesidad es la manifestación fenotípica consecuencia de una sobreingesta de alimentos y adaptaciones en el gasto. Aunque finalmente existe un balance energético positivo, dicho balance energético es la consecuencia de diferentes causas más distales. Debemos dejar claro que el problema del sobrepeso y la obesidad no es una incapacidad para perder peso. La obesidad se caracteriza ante todo por la dificultad de conservar la pérdida de peso, por tanto los estudios de pérdida de peso que se utilizan desde visiones termodinámicas de equilibrio energético y desde la broscience del fitness no responden bien a la cuestión de la obesidad.
La mayor parte de los casos de sobrepeso y obesidad implican la existencia de biologías vulnerables a nivel de sensibilización de ingesta y neuroadaptaciones para la conservación del gasto, expuestas a un ambiente como el actual que maximiza las señales de disponibilidad alimentaria, sumado a ciertos rasgos neurocognitivos y de personalidad que dificultan el control de la ingesta. Por tanto la obesidad no es una mera enfermedad biológica, ni simplemente un problema ambiental, ni tampoco simplemente "falta de voluntad".
Citar como: Bordallo. A. ¿Es la obesidad una enfermedad o un trastorno de la conducta alimentaria?. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_obesidad-enfermedad-o-trastorno-de-la-conducta-alimentaria
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A nivel de población, los datos de los últimos 50 años nos muestran que existe un aumento de peso paralelo al mayor input energético (calorías per cápita). Esto nos muestra que no se puede situar el locus en lo endógeno o biológico exclusivamente, dado que existe un aumento de la ingesta. Sin embargo, en un "ambiente obesogénico" con alta presencia de alimentos disponibles vivimos todos, y encontramos que algunas personas engordan y otras no. Esto implica que el locus de causalidad no puede situarse únicamente en el ambiente.
Obesidad como enfermedad
Antes de categorizar la obesidad como una enfermedad, deberíamos entender lo que es una enfermedad, algo que no es tan fácil como pueda parecer. Podríamos definir enfermedad como una desviación de una norma biológica establecida a nivel estadístico (desviación de la norma esperada), probabilístico (riesgo), conceptual (desviación respecto a una teoría médica), o biológico (desviación del proceso homeostático observable o medible). La objetivación de lo que es una enfermedad es bastante más problemática de lo que se asume, y no puede comprenderse dando una mera definición, por lo que no lo discutiremos aquí.
En la obesidad no existe un problema de patología de tejidos que conduzca a un exceso de adiposidad por una función endógena anormal, por ejemplo una disfunción metabólica. Cualquier persona sana puede desarrollar sobrepeso y obesidad sin que exista un problema endógeno o "enfermedad" que le haga desarrollar tal sobrepeso, del mismo modo que se pueden desarrollar problemas de salud si se realizan conductas nocivas. Un argumento utilizado frecuentemente para categorizar la obesidad como enfermedad es que ésta puede ser un factor de riesgo para desarrollar otros problemas de salud. Pero un factor de riesgo no es una enfermedad, ni toda persona con un factor de riesgo enfermará finalmente. Adicionalmente, muchos de los problemas de salud que podría causar la obesidad también los causa el simple sedentarismo, y bajo este razonamiento, el sedentarismo sería una enfermedad. El argumento de obesidad como enfermedad porque causa problemas de salud es por tanto inválido.
Debemos entender además que la obesidad obedece a distintas causas, que no tienen por que ser las mismas en dos personas que comparten sobrepeso como síntoma. Algunas causas tienen un alto peso endógeno como sucede en Prader-Willi, Cushing, hipotiroidismo, etc. Otras causas tienen un alto peso exógeno, como el consumo de algunos psicofármacos (por ejemplo antipsicóticos). Algunas personas engordan simplemente por cambios dramáticos en su estilo de vida (por ejemplo pasar de una vida activa a una vida de oficina y Netflix), o porque dejan de fumar. Por tanto obesidad no debe pensarse como una enfermedad en sentido etiológico. No es sola cosa, ni tiene una sola causa. La obesidad es una manifestación fenotípica de diferentes causas, y debe pensarse más como una consecuencia.
Algunas personas señalan al ambiente obesogénico como causa de la obesidad. Sin embargo, a pesar de que todos vivimos en un ambiente obesogénico, algunas personas engordan y otras no. Esto implica que situar la causa de la obesidad en el exterior de la persona, en el ambiente obesogénico, es una explicación insuficiente. Los estudios GWAS apuntan a un origen poligénico de la obesidad, particularmente relacionado con la expresión y variaciones en distintos procesos y funciones del sistema nervioso. La ingesta se regula fundamentalmente mediante el sistema nervioso, al igual que el gasto energético, la sensibilidad a la recompensa, la saciedad, pero también la capacidad ejecutiva y capacidad de regulación de la conducta del individuo, etc.
Se utiliza el argumento de la heredabilidad para clasificar la obesidad como enfermedad. Sin embargo, el argumento de la heredabilidad es inválido, dado que en cualquier función humana normal existe heredabilidad. Por tanto la presencia de heredabilidad como prueba de enfermedad es inválido, y el argumento de la heredabilidad es usado de forma particularmente falaz y con mala intención. Es evidente que lo que ha cambiado en unas pocas décadas no han sido los genes, sino el ambiente, y es difícil defender la existencia de una "enfermedad" biológica espontánea aparecida de la nada en tan solo una generación.
Existen por tanto diferencias individuales a nivel genético que hace que algunas personas sean vulnerables cuando existe adicionalmente un ambiente obesogénico. Se necesitan genes y ambiente, del mismo modo que una semilla (genes) necesita agua y tierra para crecer (ambiente). Llamar a todo problema de la condición humana "enfermedad" no es inocente, busca convertir problemas de la vida (políticos, económicos, ambientales, conductuales, etc), en problemas médicos. La visión de obesidad como enfermedad medicaliza, y da una visión simplista y deshonesta sobre sus causas. Aparte de los problemas de validez científica de la terminología, el concepto de obesidad como enfermedad reduce la autonomía y agencia de las personas, expropia el locus de control, y genera una visión determinista errónea de la obesidad.
Obesidad como trastorno de la conducta alimentaria
La obesidad tampoco sería un trastorno de conducta o un TCA. No hay ninguna definición del concepto de trastorno que conduzca a un criterio operacional empíricamente objetivable, sino que lo que llamamos trastorno es más bien un concepto clínico. El concepto de trastorno es aún más complejo que el de enfermedad, y no lo explicaremos aquí. Simplemente nos limitaremos a responder la cuestión de manera resumida: la obesidad no es un trastorno porque no habría problemas neuropsicológicos o sobre el control de la conducta suficientes para clasificarlo como tal. Es decir, el sobrepeso no implica la existencia de un problema en la función psicológica, afectiva, perceptiva, conductual, etc. Los criterios de significación clínica para el diagnóstico psicopatológico tampoco se cumplen. La conducta alimentaria no interfiere severamente con la vida de la persona, ni existen problemas en la esfera psicosocial necesariamente. En la obesidad generalmente existe una sobreingesta consecuencia de una sensibilidad al incentivo alimentario entre otras cosas, pero no una disfunción conductual.
Para concluir
La obesidad es la manifestación fenotípica consecuencia de una sobreingesta de alimentos y adaptaciones en el gasto. Aunque finalmente existe un balance energético positivo, dicho balance energético es la consecuencia de diferentes causas más distales. Debemos dejar claro que el problema del sobrepeso y la obesidad no es una incapacidad para perder peso. La obesidad se caracteriza ante todo por la dificultad de conservar la pérdida de peso, por tanto los estudios de pérdida de peso que se utilizan desde visiones termodinámicas de equilibrio energético y desde la broscience del fitness no responden bien a la cuestión de la obesidad.
La mayor parte de los casos de sobrepeso y obesidad implican la existencia de biologías vulnerables a nivel de sensibilización de ingesta y neuroadaptaciones para la conservación del gasto, expuestas a un ambiente como el actual que maximiza las señales de disponibilidad alimentaria, sumado a ciertos rasgos neurocognitivos y de personalidad que dificultan el control de la ingesta. Por tanto la obesidad no es una mera enfermedad biológica, ni simplemente un problema ambiental, ni tampoco simplemente "falta de voluntad".
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