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La contaminación acústica y del aire se relaciona con trastornos mentales en la juventud

La exposición a contaminantes del aire y al ruido durante el embarazo y la infancia se ha asociado con una variedad de trastornos mentales y problemas de conducta en la edad adulta. Mientras que el ruido es un estresor que puede producir neuroplasticidad maladaptativa e incluso excitotoxicidad, las vías potenciales mediante las cuales la contaminación puede afectar la salud mental incluyen la alteración de la barrera hematoencefálica, facilitando la entrada de toxinas al cerebro que promueven estrés oxidativo y neuroinflamación, dañando las células cerebrales. Además, la exposición intrauterina a contaminantes puede inducir cambios epigenéticos que afectan la programación fetal, alterando el desarrollo cerebral y aumentando el riesgo de parto prematuro, asociado con problemas de salud mental en la adultez.

Un estudio reciente (Newbury et al., 2024) investigó la asociación entre la exposición a la contaminación acústica y del aire durante las primeras etapas de la vida, y su asociación con la salud mental en la juventud. Se reclutaron más de 9.000 participantes, del Avon Longitudinal Study of Parents and Children (ALSPAC), una cohorte de nacimientos en el suroeste de Inglaterra, recopilando datos desde el embarazo de las madres entre 1991 y 1992. La salud mental se evaluó a través de experiencias psicóticas, depresión y ansiedad en diferentes edades desde la infancia hasta el adulto joven. La contaminación acústica se estimó utilizando mapas del ruido del tráfico del Reino Unido, y se emplearon estimaciones de alta resolución de dióxido de nitrógeno y partículas finas para evaluar la contaminación del aire. Los niveles de exposición se vincularon a las direcciones residenciales desde el embarazo hasta los 12 años.

Tras un seguimiento de casi 25 años, los resultados mostraron que la exposición a partículas finas durante el embarazo y la infancia se asoció con una mayor probabilidad de experimentar experiencias psicóticas en el futuro. Asimismo, la exposición a partículas finas durante el embarazo se vinculó con una mayor probabilidad de síntomas depresivos en la juventud. Igualmente, la exposición a la contaminación acústica en la infancia y adolescencia se asoció con una mayor probabilidad de ansiedad en la edad adulta, sugiriendo que niveles de ruido altos podrían inducir una excitación fisiológica crónica y alterar la endocrinología, afectando también la cognición.

En conclusión, este estudio muestra una conexión entre la exposición a contaminación acústica y del aire en etapas tempranas de la vida y la aparición de problemas de salud mental en la adolescencia y la juventud. Estos hallazgos destacan la necesidad de considerar la calidad del aire y del ruido en los entornos residenciales. Asimismo, enfatizan la necesidad de reducir la exposición a la contaminación como una medida importante para la salud mental de la población.
Referencias:

Newbury JB et al. Air and Noise Pollution Exposure in Early Life and Mental Health From Adolescence to Young Adulthood. JAMA Netw Open. 2024;7(5):e2412169. doi:10.1001/jamanetworkopen.2024.12169

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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