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La soledad puede incrementar el riesgo de ictus en la mediana edad y la vejez

La soledad, definida como una experiencia subjetiva de desconexión social, ha emergido como un problema significativo relacionado con consecuencias negativas de salud. Investigaciones previas han sugerido que la soledad crónica está asociada con efectos fisiológicos sobre la salud, como elevaciones de la tensión arterial, marcadores de inflamación sistémica, además de síntomas depresivos y una mayor presencia de hábitos nocivos. La soledad crónica se distingue por su persistencia y duración prolongada, afectando a la red social del individuo.

Un estudio prospectivo reciente (Yenee Soh et al., 2024) exploró la relación entre los cambios en la soledad y la incidencia de accidentes cerebrovasculares en adultos estadounidenses mayores de 50 años, utilizando datos del Health and Retirement Study recolectados entre 2006 y 2018. Inicialmente se seleccionaron más de 12.000 participantes sin antecedentes de accidente cerebrovascular previos. La soledad se midió mediante una versión simplificada de la UCLA Loneliness Scale, combinando las respuestas para crear una puntuación total, categorizada en dos grupos: altos y bajos niveles de soledad. Posteriormente, se analizaron los patrones de soledad en dos puntos temporales, identificando cuatro grupos: consistentemente bajos, inicio reciente, remisión y consistentemente altos. Se evaluó también el aislamiento social con el índice Berkman-Syme para medir el contacto social de los participantes. Además, se consideraron síntomas depresivos y variables sociodemográficas, de estilo de vida y condiciones de salud.

Los resultados mostraron que aquellas personas que se sentían solas al inicio del estudio tenían un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular durante el periodo de seguimiento de 10 a 12 años, incluso tras ajustar por diversos factores. Sin embargo, fueron las personas con un patrón de soledad consistentemente alto a lo largo de varios años las que mostraron un aumento más claro del riesgo, presentado una probabilidad más de un 50% mayor de sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con quienes presentaban un patrón consistentemente bajo. Posibles mecanismos son fisiológicos, por ejemplo una tensión arterial más elevada, conductuales (peores hábitos) y psicosociales.

En conclusión, este estudio muestra que la soledad puede tener un impacto considerable en la salud, incrementando el riesgo de accidente cerebrovascular, especialmente cuando sigue un curso crónico y mantenido. Esto sugiere que abordar la soledad, particularmente en personas mayores, podría representar una estrategia preventiva de salud pública importante. Las evaluaciones repetidas de la soledad a lo largo del tiempo podrían ayudar a identificar a quienes están en mayor riesgo. No obstante, investigaciones futuras deben explorar los mecanismos por los cuales la soledad impacta en la salud.
Referencias:
Soh, Y et al, (2024). Chronic loneliness and the risk of incident stroke in middle and late adulthood: a longitudinal cohort study of U.S. older adults. eClinicalMedicine, 73, 102639. https://doi.org/10.1016/j.eclinm.2024.102639

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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