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Evidencia científica del cambio de horario: efectos sobre la salud, cronodisrupción y ahorro energético.

El cambio de horario es utilizado por distintos países en todo el mundo. No obstante, en las últimas décadas distintas regiones han ido abandonando el cambio a un horario de verano, dado que la evidencia sobre un ahorro energético no es tan clara como se ha asumido, y hay consecuencias sobre la salud que pueden ser relevantes. Sin embargo, el debate sobre el horario de verano es más complejo de como se presenta a veces.

POR QUÉ SE CAMBIAN LOS HORARIOS

La luz del sol ha marcado el inicio de la actividad humana en las distintas sociedades a lo largo de la historia. Sin embargo, con la invención del reloj (en el sentido moderno, de cuerda), la actividad humana se desplazó hacia un horario mecánico fijo marcado por estos dispositivos, que no recoge la variación de los ciclos de luz y oscuridad a lo largo del año. Debido a la inclinación del eje de la Tierra, la hora en la que amanece, y la duración de los días, cambian con las estaciones, mientras los relojes siguen un patrón de tiempo fijo. Por ejemplo en España el momento en el que amanece cambia cerca de 3 horas entre primavera e invierno. Esto hace razonable la idea de variar la hora que marcan nuestros relojes a lo largo del año, cambiando de hora con las estaciones. La otra opción sería quedarnos con una zona horaria fija todo el año. En este caso habría que decidir cual, y con el problema de que el ritmo del reloj no se adapta al amanecer algunos meses.

Ninguna de las opciones supone una sincronización circadiana natural y progresiva con la luz que varía naturalmente a lo largo del año. Adicionalmente, es posible que algunas regiones existentes en un mismo huso horario no tengan una buena sincronía con el amanecer y el ciclo natural de luz al iniciar el día, y puedan necesitar horarios diferentes (por ejemplo noroeste vs sureste). Algunas investigaciones muestran que por ejemplo puede haber un número sustancialmente mayor de accidentes de tráfico en estas regiones con horarios menos alineados con la zona horaria general (Gentry et al 2022), por tanto este hecho puede no ser anecdótico. En algunas zonas de España el reloj social puede ir adelantado más de dos horas respecto a la posición real del sol que marca el horario natural de los ciclos de luz y oscuridad.

Fuera de las sociedades-reloj, el gallo iría cantando algo más temprano cada día a partir del invierno, y los ritmos sociales se adaptarían progresivamente a los ciclos de luz, con días progresivamente más largos en primavera, etc. Pero la hora que marcan nuestros relojes sigue su ritmo de forma mecánica sin adaptación a los ritmos geofísicos.

¿SE AHORRA ENERGÍA?

La principal razón argumentada para el cambio de horario es la existencia de un ahorro energético en la región que aplica el horario de verano. Dado que amanece antes, adelantar los relojes alinea la actividad laboral e industrial a la luz de la mañana, asumiendo que de tal modo se consume menos electricidad en el horario de noche. Sin embargo, la evidencia no es del todo clara, y los estudios en conjunto muestran que el ahorro de energía es residual como para justificar por sí solo el cambio de horario. Por ejemplo, el meta análisis más amplio sobre esta cuestión (Havranek et al, 2018) recopilando 44 estudios, incluidos informes gubernamentales y de compañías energéticas, muestra que el ahorro promedio está en torno al 0.3% del consumo total de electricidad durante los días en los que se aplica. Los paises cercanos al ecuador tienden incluso a aumentar su consumo, mientras que los países más alejados del ecuador muestran mayores ahorros, por lo que debe tenerse en cuenta que el efecto puede variar según el país, la latitud y otros factores. No obstante, el consumo de energía no es el único criterio a tener en cuenta a la hora de decidir los horarios de un país.

IMPACTO DEL HORARIO DE VERANO EN LA SALUD

Uno de los efectos más inmediatos del cambio al llamado horario de verano es que se produce un acortamiento del sueño, existiendo somnolencia durante el día. Sin embargo, el problema del cambio al horario de verano no es que un día al año se duerma una hora menos. La mayoría de las personas recupera un déficit de una hora de sueño fácilmente en un solo día. Sin embargo, con el cambio horario muchas personas reportan problemas durante semanas. Esto se debe a la cronodisrupción, es decir, la desincronización entre el horario biológico que el organismo de la persona mantiene activo mediante una inercia fisiológica, y la nueva hora que marca el reloj. Nos levantamos con cortisol, durante el día acumulamos adenosina, dormimos con melatonina. Cuando estos ritmos se desregulan, pueden existir problemas comportamentales y de salud. Algunos estudios han documentado que tras el cambio de horario hay un aumento de urgencias médicas en general, un mayor número de infartos, un mayor número de accidentes cerebrovasculares, accidentes de tráfico, etc.

Distintos meta-análisis de estudios han mostrado que existe un aumento del riesgo de infarto agudo de miocardio durante la primera semana después de los cambios de horario, en particular durante el cambio de horario de primavera. Por ello, muchos autores han pensado que debe eliminarse el horario de verano (Manfredini et al 2019). Adicionalmente, la última revisión sistemática publicada es consistente con los hallazgos, mostrando un aumento del número de infartos consistente (Hurst et al, 2024). Las personas mayores de 65 años parecen ser más susceptibles al aumento del riesgo de infarto tras los cambios de horario, y el aumento del riesgo parece suceder solo en el cambio al horario de verano que se realiza en primavera.

Otro aspecto interesente es si dormimos mejor en el horario de verano o en el de invierno. Aunque se ha sugerido que la llegada más temprana de la noche en el invierno hace que las personas se vayan antes a dormir, no está tan claro que realmente aumente el tiempo de sueño. Algunos estudios sugieren que las personas tardan más en dormir, y que se levantan más tarde. La exposición a la luz diurna de hecho puede ser mejor predictor de dormir antes que la hora a la que oscurece (Dunster et al, 2022), por lo que los efectos reguladores de la luz sobre los ciclos de sueño y vigilia pueden ser más importantes durante el día que durante la noche. Esto sugiere que en lugares donde la exposición a la luz solar es limitada durante el invierno, la producción de melatonina puede verse alterada, lo que afecta tanto la calidad como la cantidad de sueño. No obstante, el descanso también depende de la temperatura, y hay personas que duermen menos y peor en los meses calurosos.

No obstante, con la creación de la luz artificial, la sincronía se produce en mayor medida con los ritmos sociales, es decir, el reloj social. Adicionalmente, el impacto sobre la salud depende del cronotipo individual, existiendo personas más matutinas y personas más vespertinas. El cronotipo matutino está asociado a una mejor salud física y psicológica. Incluso en aquellas personas con un cronotipo natural vespertino que pasan a un ritmo de vida más matutino

CONCLUSIÓN

El reloj marca la sociedad industrial moderna. En 1884 se realizó la conferencia internacional del meridiano, para dividir la tierra en 24 zonas horarias. Los cambios horarios, específicamente el horario de verano, se implementaron en Europa durante la Primera Guerra Mundial como una medida para reducir el consumo de carbón y electricidad, que eran recursos críticos para el esfuerzo bélico. Desde entonces, los paises han ido tanteando horarios, con bastantes más dudas de lo que a veces se da a entender.

Debido a la rotación de la tierra, nuestras células se han adaptado a estos ciclos de luz y oscuridad en sincronía con la rotación terrestre desde hace millones de años, regulando su actividad biológica y optimizando la producción de hormonas a partir de la activación de las señales ambientales marcando los ritmos de actividad y sueño. Como seres humanos, nuestra evolución ha seguido el mismo patrón, ya que pasábamos el día en exteriores y la noche refugiados. Nuestro organismo está sometido a la interacción de 3 relojes:

• Reloj biológico: nuestros ritmos celulares internos, adaptados durante millones de años a los ciclos de luz y oscuridad.

• Reloj solar: el tiempo geofísico solar de la región, siendo el mediodía cuando el sol está mas alto.

• Reloj social: la hora que marcan nuestros relojes y obligaciones sociales.

Los cambios horarios afectan a la sincronía entre los relojes. No obstante, el uso de luces artificiales ha hecho que la actividad del sol haya disminuído como sincronizador esencial de nuestros ritmos biológicos. Por tanto, a nivel de riesgos de salud, el debate sobre el cambio horario es reduccionista si se plantea solo mediante el efecto respecto al reloj solar. El cambio de hora es algo principalmente molesto, y ninguna decisión sobre nuestros horarios se adapta bien a los ritmos geofísicos y circadianos de todo el año. No obstante,la evidencia muestra que el establecimiento de un horario de verano es cuestionable.

Y recuerden: los dos grandes símbolos de la sociedad industrial son el reloj y el café.
Referencias:
Dunster, G. P., Hua, I., Grahe, A., Fleischer, J. G., Panda, S., Wright, K. P. Jr., Vetter, C., Doherty, J. H., & de la Iglesia, H. O. (2022). Daytime light exposure is a strong predictor of seasonal variation in sleep and circadian timing of university students. Journal of Pineal Research, 74(1), e12843. https://doi.org/10.1111/jpi.12843

Gentry, J., Evaniuck, J., & Mali, I. (2022). Living in the wrong time zone: Elevated risk of traffic fatalities in eccentric time localities. Time & Society, 31(4). https://doi.org/10.1177/0961463X221104675

Havranek, T., Herman, D., & Irsova, Z. (2018). Does daylight saving save electricity? A meta-analysis. The Energy Journal, 39(2), 35-61. https://doi.org/10.5547/01956574.39.2.thav

Hurst, A., Morfeld, P., Lewis, P., & Erren, T. C. (2024). Daylight saving time transitions and risk of heart attack: A systematic review and meta-analysis. Dtsch Arztebl Int, 121, 490–496. https://doi.org/10.3238/arztebl.m2024.0078

Manfredini, R., Fabbian, F., Cappadona, R., De Giorgi, A., Bravi, F., Carradori, T., Flacco, M. E., & Manzoli, L. (2019). Daylight saving time and acute myocardial infarction: A meta-analysis. Journal of Clinical Medicine, 8(3), 404. https://doi.org/10.3390/jcm8030404

Roenneberg, T., Winnebeck, E. C., & Klerman, E. B. (2019). Daylight Saving Time and Artificial Time Zones - A Battle Between Biological and Social Times. Frontiers in physiology, 10, 944. https://doi.org/10.3389/fphys.2019.00944

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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