Libros
La condición postmoderna de Jean-François Lyotard
Para Lyotard (Versalles 1924), postmodernismo es ante todo el escepticismo ante los metarelatos, situando la acción humana en una pragmática de lo lingüístico. La relación individuo-colectividad-Estado se hace ineludible. Si aceptamos que podemos hablar de sociedad cuando existe una unidad funcional entre los individuos y grupos que lo conforman en un sentido organicista, hoy el "todo orgánico" es el operativo del sistema de procesos, la "performatividad" de la máquina inteligente. No se recogen las necesidades del individuo o de los grupos, sino las que impone el sistema mismo. Si se recoge alguna necesidad humana es simplemente para poder manetener la operatividad de la programación del todo social. La ciencia es lenguaje, nos dice Lyotard, y el saber de la sociedad se subordinará progresivamente a la condición de traducibilidad del lenguaje máquina y su transformación en una operatividad. Consistentemente, la producción de conocimiento es aquello que puede ser producido por la máquina, y todo saber que no encaje con el lenguaje de la operatividad de la máquina será apartado. Los intereses de la sociedad son supeditados a aquello que producen quienes desarrollan las tecnologías que producen el saber.
Para Lyotard no existen cambios reales de sistema, sino ajustes dentro del mismo. Toda situación de cambio de gobierno, crisis, huelga, paro, etc, lo único que hace es producir ajustes internos de tipo organicista, los cuales paradójicamente acaban por aumentar la aceptación y la eficacia del sistema, siendo la alternativa una crisis de performatividad cronificada. Pero la cuestión subyacente aquí es que no se produce una alternativa real al sistema.
¿Quién decide lo que es "ciencia"?
Determinar lo que es "científico" nos conduce al problema de la legitimidad. El saber acumulado por medio de la experimentación científica siempre puede ser falsado, desechado y sustituido. Un discurso marco es cambiado por otro discurso marco, o bien unos hechos empíricos obligan a cambiar de discurso. Por no decir que cualquier inventiva llega precisamente de una ruptura con la "verdad científica" predominante. Para este ejercicio de legitimación de lo verdadero se alude finalmente a un "consenso científico", una visión compatible con el marco sociopolítico predominante, o simplemente a una mera imposición discursiva de la academia o la industria. Por tanto lo que es y no es "ciencia" es ante todo la legitimación de quienes producen los discursos y las operativas dominantes.
Quienes ven en "la ciencia" un mero ejercicio de objetividad empírica autoevidente, son quienes menos entienden la lógica científica. Por otro lado, el debate científico no discute hechos en bruto, sino un lenguaje que da significado a tales hechos en un marco operacional a su vez inserto en niveles superiores de significado que implica un metarrelato epistémico, histórico, performativo, sociopolítico, etc. Adicionalmente, nos dice Lyotard, la prueba de lo científico no es la verdad, sino la performatividad. El criterio técnico y la operatividad se superponen a lo primero. La ciencia se autolegitima por la vía de la performatividad, por la cual quienes dominan la producción académica y operativa tienen más oportunidades de tener razón por simple fuerza bruta. Tanto capitalismo como Estados juegan a ello.
Por tanto, ¿qué es ciencia, qué es verdad, y qué es objetividad?. La cuestión que plantea Lyotard no puede ser más actual. Quien lee literatura científica en profundidad sabe que lo empírico está a su vez determinado por cosas como el número de observaciones, el tamaño de la muestra, el p valor, el éxito en la aleatorización o el cegamiento, el tamaño del efecto, la relación entre validez interna y externa, etc. Lo que se asume como evidencia y causalidad es finalmente una mera probabilidad. Adicionalmente, cuestiones como el riesgo que está dispuesto a asumir una sociedad o los costes que una sociedad decide asumir para aceptar una operativa en nombre de "la ciencia" o de la "salud pública", son cuestiones filosóficas más que "científicas", como suele asumirse desde una ignorancia asfixiante. No me cansaré de repetir que no es casual que eliminaran la filosofía, la epistemología y la salud pública de las facultades de medicina y de "la ciencia".
Encontramos progresivamente en "la ciencia" un mayor deseo de poder y control social, que una contribución a la emancipación de las personas de los elementos coercitivos que la dificultan. Es más, "la ciencia" se convierte progresivamente en un elemento coercitivo en sí misma sometiendo a las personas a los criterios de operatividad. Lo que no sirve para la funcionalidad del sistema es disfuncional para la racionalidad del mismo. La racionalidad queda a su vez definida por la dinámica de lo operativo. A su vez, lo operativo es transformado en evidencia empírica, y ésta en lo objetivo. Esta autolegitimación desde la capacidad de lo operativo de autoproducirse se constituye en lo verdadero. Es fácil ver de dónde sacan las personas sus esquemas cognitivos, su percepción de la realidad, y su cosmovisión sobre el mundo. "Saber y poder son las dos caras de una misma cuestión".
Utiliza Lyotard la palabra "terror" para describir la supresión de los discursos científicos que no interesan. Existen distintas direcciones que la ciencia puede tomar, distintas posibilidades de resolución "científica" de los problemas que se plantean, y distintas direcciones que la sociedad puede tomar. Sin embargo, existe un proceso de autolegitimación y control: la técnica genera riqueza, y la riqueza es usada para producir más técnica, y con ello mayor control social. Nos dice Lyotard, "¿quién decide lo que es saber?". Probablemente los mismos que reducen una pandemia a un producto biológico experimental de nueva creación suprimiendo la investigación de productos de bajo precio ya existentes mediante técnicas de propaganda y autoritarismo. "La ciencia" está muy lejos de ser una búsqueda desinteresada de la verdad, cuya acción es "neutra" a nivel sociopolítico y carente de programa ideológico, como a menudo es percibida.
Se acusa al postmodernismo de oscurantista. Sin embargo el oscurantismo semántico es en primer lugar el nivel de comprensión lectora de quien lee, y en segundo lugar, la misma crítica se puede hacer al festival de neolenguaje químico y estadístico con el que se oscurece la falta de evidencia empírica de muchas intervenciones comunes. Cualquier persona que lea literatura médica en profundidad sabe lo que hay. No se compran investigadores, aparatos y técnicos para algo tan bonito como la verdad. "El único objetivo creíble es el poder", nos dice Lyotard.
Comentarios finales
Avisaba Lyotard que los conocimientos que no tengan valor performativo para Estados y empresas serían relegados a un segundo plano en las enseñanzas. El saber ya no tiene como destino la emancipación humana, sino contrariamente, el sometimiento al sistema productivo. El conocimiento es progresivamente reducido a la operatividad necesaria de las mercancías que se producen y consumen. O sirve para producir, o no sirve. Puede venderse o es desechado. La información a su vez es una mercancía de dominio destinada a la competición mundial por el poder. Las tecnologías al servicio del poder crecientemente sofisticadas vigilan y controlan, recopilando los datos desde el bolsillo de cada individuo. Es evidente por qué los Estados han permitido toda clase de atropellos a la privacidad a estas "empresas privadas".
Lo jurídico, ético y político se reduce a lo técnico,y lo justo es progresivamente lo performativo mediante técnica y ley positiva que reafirma la operatividad. Todas las vías cotidianas de la vida social desde lo operativo legitiman el poder. La operatividad de la sociedad no es verdadera, ni objetiva, ni justa, ni un mero consenso discursivo como propuso Habermas, sino que es ante todo la consecuencia de la operatividad de las tecnologías del sistema de procesos de la sociedad. El saber hecho mercancía es un producto que se capitaliza para controlar y decidir. La legitimidad de la operatividad por tanto no es verdadera ni justa, sino que es un criterio tecnológico que se autovalida a sí mismo.
La epopeya humana para Lyotard es la emancipación de las fuerzas naturales, sociales, etc, que impiden el desarrollo de su autonomía. Podemos pararnos a reflexionar sobre si la ciencia nos está llevando en una dirección de esta emancipación, o en la dirección contraria, de sometimiento al operativo. Lyotard nos muestra adicionalmente que no se puede entender la política del S XXI desde esquemas del SXX. La lucha de clases no hará que la humanidad deje de estar a la deriva de los numerosos peligros existenciales que produce la operatividad del sistema. La filosofía de la segunda mitad del SXX se alertó por la tecnología militar, mientras que hoy existe un silencio inquietante sobre un número mucho mayor de tecnologías que llamamos "progreso" y "la ciencia" que pueden aniquilarnos en cualquier momento. Incluidos virus de laboratorio de los que no podemos hablar porque el operativo nos vigila.
Nos habla Lyotard de la necesidad del sistema de derrumbar los grandes relatos para producir una disolución del lazo social. Es visible que existe un ataque a todo vínculo e identidad de las personas y grupos: cultura, historia, símbolos de las naciones, instituciones, familia, parejas, etc. Debe destruirse todo punto de referencia que se interponga entre el individuo y el sistema, para lograr que todo individuo sea sometido al movimiento browniano de la performatividad operativa. La identidad de las personas debe someterse progresivamente a la operativa del sistema de procesos realizando una tabula rasa social. Es visible que hoy las personas buscan desesperadamente su identidad en productos discursivos de usar y tirar. Mucho trastorno psicológico tiene su origen aquí. Vemos la diseminación masiva de la ética operacional insertada en cada anuncio comercial: todo el mundo es inclusivamente bienvenido al sistema, sin importar su color o peso corporal, siempre que se someta a él. Enternecedor. Al control total de todas las sociedades bajo un gobierno único se le llamará el inclusivo mundo igualitario de la paz. Ya queda menos.
Citar como: Bordallo. A. Revisión de la condición postmoderna de Jean-François Lyotard. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_la-condicion-postmoderna-de-jean-francois-lyotard
Copyright© ICNS Instituto
Para Lyotard no existen cambios reales de sistema, sino ajustes dentro del mismo. Toda situación de cambio de gobierno, crisis, huelga, paro, etc, lo único que hace es producir ajustes internos de tipo organicista, los cuales paradójicamente acaban por aumentar la aceptación y la eficacia del sistema, siendo la alternativa una crisis de performatividad cronificada. Pero la cuestión subyacente aquí es que no se produce una alternativa real al sistema.
¿Quién decide lo que es "ciencia"?
Determinar lo que es "científico" nos conduce al problema de la legitimidad. El saber acumulado por medio de la experimentación científica siempre puede ser falsado, desechado y sustituido. Un discurso marco es cambiado por otro discurso marco, o bien unos hechos empíricos obligan a cambiar de discurso. Por no decir que cualquier inventiva llega precisamente de una ruptura con la "verdad científica" predominante. Para este ejercicio de legitimación de lo verdadero se alude finalmente a un "consenso científico", una visión compatible con el marco sociopolítico predominante, o simplemente a una mera imposición discursiva de la academia o la industria. Por tanto lo que es y no es "ciencia" es ante todo la legitimación de quienes producen los discursos y las operativas dominantes.
Quienes ven en "la ciencia" un mero ejercicio de objetividad empírica autoevidente, son quienes menos entienden la lógica científica. Por otro lado, el debate científico no discute hechos en bruto, sino un lenguaje que da significado a tales hechos en un marco operacional a su vez inserto en niveles superiores de significado que implica un metarrelato epistémico, histórico, performativo, sociopolítico, etc. Adicionalmente, nos dice Lyotard, la prueba de lo científico no es la verdad, sino la performatividad. El criterio técnico y la operatividad se superponen a lo primero. La ciencia se autolegitima por la vía de la performatividad, por la cual quienes dominan la producción académica y operativa tienen más oportunidades de tener razón por simple fuerza bruta. Tanto capitalismo como Estados juegan a ello.
Por tanto, ¿qué es ciencia, qué es verdad, y qué es objetividad?. La cuestión que plantea Lyotard no puede ser más actual. Quien lee literatura científica en profundidad sabe que lo empírico está a su vez determinado por cosas como el número de observaciones, el tamaño de la muestra, el p valor, el éxito en la aleatorización o el cegamiento, el tamaño del efecto, la relación entre validez interna y externa, etc. Lo que se asume como evidencia y causalidad es finalmente una mera probabilidad. Adicionalmente, cuestiones como el riesgo que está dispuesto a asumir una sociedad o los costes que una sociedad decide asumir para aceptar una operativa en nombre de "la ciencia" o de la "salud pública", son cuestiones filosóficas más que "científicas", como suele asumirse desde una ignorancia asfixiante. No me cansaré de repetir que no es casual que eliminaran la filosofía, la epistemología y la salud pública de las facultades de medicina y de "la ciencia".
Encontramos progresivamente en "la ciencia" un mayor deseo de poder y control social, que una contribución a la emancipación de las personas de los elementos coercitivos que la dificultan. Es más, "la ciencia" se convierte progresivamente en un elemento coercitivo en sí misma sometiendo a las personas a los criterios de operatividad. Lo que no sirve para la funcionalidad del sistema es disfuncional para la racionalidad del mismo. La racionalidad queda a su vez definida por la dinámica de lo operativo. A su vez, lo operativo es transformado en evidencia empírica, y ésta en lo objetivo. Esta autolegitimación desde la capacidad de lo operativo de autoproducirse se constituye en lo verdadero. Es fácil ver de dónde sacan las personas sus esquemas cognitivos, su percepción de la realidad, y su cosmovisión sobre el mundo. "Saber y poder son las dos caras de una misma cuestión".
Utiliza Lyotard la palabra "terror" para describir la supresión de los discursos científicos que no interesan. Existen distintas direcciones que la ciencia puede tomar, distintas posibilidades de resolución "científica" de los problemas que se plantean, y distintas direcciones que la sociedad puede tomar. Sin embargo, existe un proceso de autolegitimación y control: la técnica genera riqueza, y la riqueza es usada para producir más técnica, y con ello mayor control social. Nos dice Lyotard, "¿quién decide lo que es saber?". Probablemente los mismos que reducen una pandemia a un producto biológico experimental de nueva creación suprimiendo la investigación de productos de bajo precio ya existentes mediante técnicas de propaganda y autoritarismo. "La ciencia" está muy lejos de ser una búsqueda desinteresada de la verdad, cuya acción es "neutra" a nivel sociopolítico y carente de programa ideológico, como a menudo es percibida.
Se acusa al postmodernismo de oscurantista. Sin embargo el oscurantismo semántico es en primer lugar el nivel de comprensión lectora de quien lee, y en segundo lugar, la misma crítica se puede hacer al festival de neolenguaje químico y estadístico con el que se oscurece la falta de evidencia empírica de muchas intervenciones comunes. Cualquier persona que lea literatura médica en profundidad sabe lo que hay. No se compran investigadores, aparatos y técnicos para algo tan bonito como la verdad. "El único objetivo creíble es el poder", nos dice Lyotard.
Comentarios finales
Avisaba Lyotard que los conocimientos que no tengan valor performativo para Estados y empresas serían relegados a un segundo plano en las enseñanzas. El saber ya no tiene como destino la emancipación humana, sino contrariamente, el sometimiento al sistema productivo. El conocimiento es progresivamente reducido a la operatividad necesaria de las mercancías que se producen y consumen. O sirve para producir, o no sirve. Puede venderse o es desechado. La información a su vez es una mercancía de dominio destinada a la competición mundial por el poder. Las tecnologías al servicio del poder crecientemente sofisticadas vigilan y controlan, recopilando los datos desde el bolsillo de cada individuo. Es evidente por qué los Estados han permitido toda clase de atropellos a la privacidad a estas "empresas privadas".
Lo jurídico, ético y político se reduce a lo técnico,y lo justo es progresivamente lo performativo mediante técnica y ley positiva que reafirma la operatividad. Todas las vías cotidianas de la vida social desde lo operativo legitiman el poder. La operatividad de la sociedad no es verdadera, ni objetiva, ni justa, ni un mero consenso discursivo como propuso Habermas, sino que es ante todo la consecuencia de la operatividad de las tecnologías del sistema de procesos de la sociedad. El saber hecho mercancía es un producto que se capitaliza para controlar y decidir. La legitimidad de la operatividad por tanto no es verdadera ni justa, sino que es un criterio tecnológico que se autovalida a sí mismo.
La epopeya humana para Lyotard es la emancipación de las fuerzas naturales, sociales, etc, que impiden el desarrollo de su autonomía. Podemos pararnos a reflexionar sobre si la ciencia nos está llevando en una dirección de esta emancipación, o en la dirección contraria, de sometimiento al operativo. Lyotard nos muestra adicionalmente que no se puede entender la política del S XXI desde esquemas del SXX. La lucha de clases no hará que la humanidad deje de estar a la deriva de los numerosos peligros existenciales que produce la operatividad del sistema. La filosofía de la segunda mitad del SXX se alertó por la tecnología militar, mientras que hoy existe un silencio inquietante sobre un número mucho mayor de tecnologías que llamamos "progreso" y "la ciencia" que pueden aniquilarnos en cualquier momento. Incluidos virus de laboratorio de los que no podemos hablar porque el operativo nos vigila.
Nos habla Lyotard de la necesidad del sistema de derrumbar los grandes relatos para producir una disolución del lazo social. Es visible que existe un ataque a todo vínculo e identidad de las personas y grupos: cultura, historia, símbolos de las naciones, instituciones, familia, parejas, etc. Debe destruirse todo punto de referencia que se interponga entre el individuo y el sistema, para lograr que todo individuo sea sometido al movimiento browniano de la performatividad operativa. La identidad de las personas debe someterse progresivamente a la operativa del sistema de procesos realizando una tabula rasa social. Es visible que hoy las personas buscan desesperadamente su identidad en productos discursivos de usar y tirar. Mucho trastorno psicológico tiene su origen aquí. Vemos la diseminación masiva de la ética operacional insertada en cada anuncio comercial: todo el mundo es inclusivamente bienvenido al sistema, sin importar su color o peso corporal, siempre que se someta a él. Enternecedor. Al control total de todas las sociedades bajo un gobierno único se le llamará el inclusivo mundo igualitario de la paz. Ya queda menos.
Citar como: Bordallo. A. Revisión de la condición postmoderna de Jean-François Lyotard. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_la-condicion-postmoderna-de-jean-francois-lyotard
Copyright© ICNS Instituto