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El ejercicio físico se relaciona con menor riesgo de esclerosis lateral amiotrófica en hombres

La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa que afecta progresivamente las neuronas motoras, lo que produce atrofia, paresia y finalmente parálisis, progresando hasta producir la muerte. A pesar de que se han identificado factores de riesgo como mutaciones genéticas en el gen SOD1, su etiología sigue siendo en gran medida desconocida. La relación entre el ejercicio físico y el riesgo de desarrollar ELA ha generado resultados contradictorios. Algunos estudios indican que la actividad física intensa podría aumentar el riesgo debido a un incremento en el estrés oxidativo, la inflamación neuroinmune y la sobrecarga mecánica de las neuronas motoras, particularmente en individuos con predisposición genética. Sin embargo, otros estudios sugieren que el ejercicio podría tener un efecto protector.

Un estudio prospectivo de cohorte reciente llevado a cabo en Noruega (Vaage et al., 2024) investigó la relación entre la actividad física y el riesgo de desarrollar ELA. Se reclutaron casi 375.000 participantes para la evaluación de factores de riesgo cardiovascular. La actividad física fue clasificada en tres categorías: sedentaria, moderada (al menos cuatro horas semanales de caminata o ciclismo) e intensa (deportes recreativos o entrenamientos vigorosos varias veces por semana). También se midió la frecuencia cardíaca en reposo como indicador de la aptitud física.

Tras un seguimiento promedio de más de 25 años, los resultados mostraron una relación entre el nivel de actividad física y un menor riesgo de desarrollar ELA, altamente dependiente del sexo. Este efecto fue más notable en hombres que realizaban una alta actividad física, quienes mostraron una reducción del 41% en el riesgo de ELA. También hubo una disminución del riesgo con actividad física moderada, algo menor. Dicha reducción se encontró también en hombres que presentaban una frecuencia cardíaca en reposo más baja, siendo una evaluación fisiológica compatible con un mayor acondicionamiento cardiovascular. Sin embargo, en las mujeres no se encontró una asociación significativa entre la actividad física y el riesgo de ELA, ni tampoco con la frecuencia cardíaca en reposo. Estos resultados se mantuvieron incluso tras excluir los casos encontrados en los primeros diez años de seguimiento, minimizando así los posibles factores de confusión potenciales en la actividad física realizada producidos mediante causalidad inversa.

En conclusión, este estudio sugiere que una mejor aptitud física podría reducir el riesgo de desarrollar ELA que es dependiente del sexo. Aunque no se conocen las causas en su totalidad, algunas investigaciones sugieren que podrían existir diferencias biológicas y fisiológicas entre hombres y mujeres en la respuesta al ejercicio físico, particularmente en las adaptaciones vasculares al mismo, las cuales podrian influir en la progresión de la enfermedad.

No obstante, el estudio presenta algunas limitaciones, como la ausencia de datos sobre factores genéticos o el posible impacto de traumatismos relacionados con la actividad física, que en investigaciones previas han mostrado una posible relación con el riesgo de ELA. Por ello, futuras investigaciones son necesarias para confirmar estos resultados y comprender los mecanismos subyacentes que puedan explicar las diferencias entre sexos. Futuros estudios deberán también explorar la interacción entre factores genéticos y ambientales en el desarrollo de esta enfermedad.
Referencias:
Vaage et al, 2024. Physical Activity, Fitness, and Long-Term Risk of Amyotrophic Lateral Sclerosis: A Prospective Cohort Study. Neurology, 103, e209575.

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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