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Pierre Clastres. La sociedad contra el estado.

Pierre Clastres (1934 -1977) fue un antropólogo francés que realizó investigaciones de campo conviviendo con distintas sociedades primitivas. Escribió La sociedad contra el estado (1974). Fue crítico con el marxismo, con su visión reduccionista de que toda relación se basa en una relación de producción, y con el prejuicio etnocéntrico de la visión "civilización o barbarie" que divide la sociedad "avanzada" y la de "subsistencia". El objeto de estudio de Clastres es el poder "como violencia, y su forma última, el estado centralizado". La innovación social es quizás el motor de la sociedad coercitiva, y la dominación y el origen de la desigualdad se encuentran en el estado, no en el capital, el proletariado, etc. Quizás si entendemos el nacimiento del estado, podemos establecer las posibilidades, realizables o no, de su muerte. Clastres piensa que las sociedades indias muestran ante todo que "supieron inventar un medio para neutralizar la virulencia del poder político".

Autoridad política y la sociedad primitiva

"La presentación del poder, tal como es, se ofrece a esas sociedades como medio para anularlo"

Comienza Clastres analizando la cuestión del poder con una cita de Nietzsche. A lo largo de la historia muy pocos han mandado, y las masas han obedecido. No hay cosa más humana que la mansa obediencia. "Ejercer el poder es decidir por el grupo en su conjunto". Este poder es, en palabras de Max Weber, violencia. Sin embargo, para Clastres, encontramos poder sin violencia y relaciones ajenas al mando-obediencia. Es lo que sucede en la mayoría de pueblos indios. La ausencia de estratificación social y de autoridad del poder es la característica principal de la mayor parte de las sociedades indias en América del sur, a excepción de grupos como los arawac estratificados en castas característicos del noroeste, como los otomac, taíno, etc. La característica más notable del jefe indio es su ausencia de autoridad. Lo político, y el ejercicio del poder, es un hecho universal, pero no todo poder es coactivo, algo particularmente occidental, existente en otras sociedades, pero no en muchas otras culturas, que de forma contraria a la centralización del imperio inca, son "culturas inquietas por rechazar un poder que les fascina"

¿Cómo puede definirse entonces un jefe en ausencia de autoridad? En tiempos de guerra, el jefe indio tiene un poder y una autoridad de mando que puede llegar a ser absoluta, pero no así en tiempos de paz. El jefe ante su tribu, su "poder civil" lo ejerce sin autoridad ni mando. El jefe es meramente un moderador, alguien que hace la paz ante conflictos. Ni tiene el poder de la fuerza, ni se le admitiría el uso de dicha fuerza para ejercer el mando. Es más un árbitro que reconcilia y no un juez sancionador. El prestigio del jefe indio está relacionado con su generosidad, siendo a menudo el que menos bienes tiene. Si no es capaz de regalar cosas, su prestigio decae, y puede verse abandonado por su tribu. Esto hace que la característica del jefe indio opuesta a la avaricia y ejecución de poder existente en las sociedades estatizadas. En el terreno material, el jefe debe trabajar sus cultivos y cazar sus presas. La ociosidad no caracteriza al jefe indio, sino lo opuesto, es el que más trabaja de todos porque aparte de tener que garantizarse su propia supervivencia, también debe obsequiar frecuentemente a su gente. Algunas sociedades como los manasís en Bolivia o los guaraníes cultivan el huerto de sus jefes, pero no son la norma. Por tanto, el jefe indio está lejos de poder construirse una buena imagen ante los demás mediante la acumulación de riquezas o mediante el disfrute de la ociosidad, paradigmas occidentales de señalización de status y apariencias.

También ser un buen orador es una característica del jefe indio, y sus palabras son apreciadas, a menudo dando un discurso al amanecer o al anochecer sobre las virtudes que deben conservarse. El jefe planifica, y la tribu le concede el beneficio de planificador, pero no está garantizada la ejecución, que depende en último lugar de la buena voluntad del grupo. Es decir, el jefe depende en todo momento de que el grupo le quiera hacer caso, y en ningún momento puede garantizárselo mediante la coacción como sucede en las sociedades con estado. Esto hace que exista un equilibrio de poder entre el jefe y su tribu, y el gobierno depende de la buena fe de todos. Por esto mismo, al jefe le interesa la armonía con su tribu y mantener su prestigio. No puede permitirse abusos de poder, no puede permitirse ser avaricioso, no puede permanecer ajeno sin resolver los conflictos de la tribu, etc. A menudo el jefe tiene el privilegio de la poliginia, frecuentemente sororal, con varias hermanas. A cambio del privilegio, el jefe debe ser generoso con su tribu y mantener su prestigio.

"Presintieron muy pronto que la trascendencia del poder oculta un riesgo mortal para el grupo, que el principio de una autoridad exterior y creadora de su propia legalidad es un cuestionamiento de la cultura en sí misma".

Estado

"La sociedad primitiva sabe por naturaleza que la violencia es la esencia del poder"

En las sociedades primitivas no puede buscarse el estado en el conflicto económico, y no surge el deseo de poseer y con ello el deseo de poder, ya que "la capacidad de satisfacer las necesidades materiales, igual para todos, y el intercambio de bienes y servicios". La visión más común de la problemática comienza cuando alguien dice "esto es mío" y comienza un conflicto de propiedades, el estado es un subproducto de esto. Sin embargo, para Clastres, el estado solo surge si primero hay personas explotando a otras, es decir, es la consecuencia de una relación de poder, no una relación económica, que sería en todo caso secundaria.El estado sería un órgano inútil en sociedades que rechazan la economía y la existencia de una división en la sociedad en la que el estado surge para defender los conflictos de intereses de los grupos y las propiedades. Lo importante precisamente de las organizaciones tribales es que el poder está excluido del jefe, se conserva en el exterior de la jefatura. Y aunque la jefatura implica un prestigio, ese prestigio no implica poder, y siempre implica el deber de conservarse. La palabra del jefe no tiene fuerza de ley. El jefe está al servicio de su sociedad, que tiene realmente el poder. Incluso en tribus guerreras en las que el jefe necesite tener prestigio como guerrero, su deseo de guerra debe coincidir con el de la tribu, o se enfrenta al abandono. Esto le pasó incluso al más prestigioso líder guerrero, Gerónimo. Tras su exitosa batalla contra los mexicanos, quiso seguir combatiendo, pero no encontró quien le siguiera.

Contrariamente "toda sociedad moderna es ante todo una sociedad con estado, poco importa el régimen socioeconómico en vigor". Los estados más arcáicos igualmente serán emperadores, tiranos más o menos benignos, etc. Igualmente, los estados derivados de la racionalidad utilitaria ilustrada inglesa y francesa, más o menos liberales o progresistas occidentales, o el estado de la vía marxista-leninista-stalinista. Todos ellos se positivizarán y establecerán un regimen biopolítico en sentido foucoltiano tratando estadísticamente a la masa como objeto de producción y reproducción.

Pero esto sigue sin contestar la pregunta de por qué el estado surge a partir de sociedades que han sido primitivas. Por qué aztecas o incas desarrollaron estados y estructuras en grandes sociedades, y por qué en lugar del jefe indio, surgen déspotas que mandan y esclavos que obedecen. De tribus "sin ley ni rey" como documentaban los exploradores, ¿cómo surge el poder? Quizás, sin cambiar economía por un determinismo demográfico, pero para que una sociedad sea primitiva, es necesario que sea pequeña en número, o la propia demografía produce una fractura que transforma la organización social. La atomización del universo tribal impide la constitución de conjuntos sociopolíticos y un estado unificador. Emerge otro elemento atomizador: la posibilidad de guerra entre tribus. Todas las tribus son guerreras. Esto no significa que estén en una situación de violencia o guerra permanente como ha menudo se ha interpretado, pero ciertamente existe la enemistad explícita y la posibilidad de la misma es constante. La guerra funciona fomentando la autosuficiencia, impidiendo la formación del estado y el gobierno de lo único.

Sociedades con "economías de subsistencia"

Hay dos grandes imperativos etnocéntricos sobre las tribus primitivas. El primero es que no se puede vivir sin un estado protector. El segundo, es que las personas deben producir para este estado. Un tercer imperativo es la racionalización de todo ello: el estado debe tener poder de coacción para que la gente trabaje para mantenerlo. Si se sale de esta fórmula, lo único que quedan son tribus "primitivas" formadas por "bárbaros" que "subsisten" con economías precarias. Surge un problema, ¿como es posible que en estas economías de "subsistencia" y de tecnología inferior que impiden tener "excedente", en lugar de pasarse el día tratando de buscar algo que poder llevarse a la boca, estas mismas sociedades pasen casi todo el día relajados?. ¿Como puede ser que trabajen menos que en las economías estatizadas de tranquilizadores excedentes? Quizás el sentido del ocio se transforma por la mera acumulación o consumo. La persona trabaja para hacer vivir a los demás, dice Clastres, en particular a los que no trabajan, quienes imponen lo que se debe trabajar, contabilizan y deciden. Finalmente la "subsistencia" es la del estado, diría Baudrillard. Todo se adultera en el momento en el que el hombre deja de producir sin la finalidad de intercambio ni reciprocidad inmediata. Lo que Arendt conceptualiza como "la sociedad". Entonces se convierte en trabajo, y progresivamente es la cadena de una deuda eterna hacia el estado. "La regla del intercambio es sustituida por el miedo a la deuda". Es la definición exacta de la sociedad occidental de hoy.

El evolucionismo social planteado por el análisis marxista, por ejemplo en Engels, es igualmente falso. Aunque la la etnografía occidental ve a los cazadores-recolectores como pobres nómadas, existen asentamientos de cazadores-recolectores. Muchas de estas sociedades están además capacitadas para producir y acumular excedentes. Los guayaquís conocían la agricultura, pero renunciaron al cultivo del maíz. El continente americano muestra que economía y sociedad no son condiciones de determinación como las veía el marxismo. No es el neolítico, la agricultura, ni el antagonismo de clases lo que produce la aparición del estado como condiciones previas. La sociedad primitiva no es un simple estadio inferior de la humanidad, es una sociedad que no quiere romper su modo de vida simplemente para ponerse a producir excedentes y acumular riqueza en una "evolución" a no se sabe donde. Por tanto son sociedades que rechazan el estado, la coacción y la economía basada en la acumulación. Simplemente, no quieren vivir así. Ni lo necesitan.

La sociedad arcaica se define como sin escritura y basada en una economía de subsistencia. "Sobrevive" simplemente, porque carece de la capacidad de producir excedencias por falta de desarrollo técnico y de cultura. "No hay nada más arraigado que esta visión de la sociedad primitiva", dice Clastres, como tampoco "nada más falso". Contra la visión monolítica de la revolución neolítica, cita Clastres el trabajo de Shallins, y como algunas sociedades de cazadores y recolectores fueron de hecho las primeras sociedades de la abundancia, generando excedentes alimentarios para un año. Atiza Clastres "sería más bien el proletariado europeo, analfabeto y mal alimentado, el que habría que calificar de arcaico". La idea de economía de subsistencia pertenece al campo ideológico del Occidente moderno, nos dice Clastres. Es discutible si quien tiene una vida de subsistencia no es más bien el ejemplar de occidental embobado viendo Netflix con una bolsa de Cheetos.

El arco y el cesto

"El intercambio y la circulación constituyen la sociedad como tal, y sanciona el paso de la naturaleza a la cultura".

Aunque las tribus son muy variables en número, de decenas de miembros, a más de mil, en muchos casos hablamos de "familias extensas". Éstas viven habitando malocas, casas familiares agrupadas en varias unidades en torno a una plaza central. Allí, las personas están estrechamente emparentadas, aunque generalmente practican la exogamia y por tanto no son linajes lineales, lo que implica que algunos miembros forman relaciones con otras tribus y abandonan la suya de origen. Esto también implica que las tribus utilizan los intercambios como forma de estrechar lazos y establecer relaciones políticas.

Hay un espacio definido "por la selva donde cazan los hombres, y por el campamento donde reinan las mujeres", dice Clastres. En general entre las tribus de América del sur, los hombres cazan, y las mujeres se dedican a la siembra y recolección. Sin embargo, en el caso de los guayaquís, los hombres hacen gran parte de la recolección, porque a diferencia de la recolección de raíces, cereales, frutos, etc, la recolección en su medio requiere de trabajos duros como tala de árboles, localización de colmenas y extracción de miel, quema de vegetación seca, etc. Por ello las mujeres guayaquís se dedican a tareas de alfarería, producción de cestas y utensilios, preparar la comida, etc. El campamento es el lugar de reposo, y se despliega una vida familiar que ellas controlan ampliamente, dice Clastres. "Una evidente oposición organiza y domina la vida cotidiana de los guayaquís: la de los hombres y las mujeres, cuyas respectivas actividades, fuertemente marcadas por la división sexual de las tareas, constituyen dos campos netamente separados". También cita Clastres el caso de Krembegi, un hombre que se deja el pelo largo, se adorna, y va con las mujeres llevando un cesto. Sexo y biología del sistema nervioso son cosas diferentes en cualquier cultura.

A menudo el jefe de las tribus tiene el privilegio de la poliginia, frecuentemente sororal, con varias hermanas. En sociedades cuyo alimento depende principalmente de la caza, los buenos cazadores pueden tener mayor status entre la tribu, y el hecho de poder garantizar alimento les permite tener acceso a varias mujeres. "Un célebre jefe del noroeste, Guaramental, poseía 200". Otras sociedades indias son estrictamente monógamas. Unas pocas sociedades practican la poliginia libre entre los miembros de la tribu. Hay por tanto un marcado componente demográfico. Por ejemplo los jíbaros que tienen una alta mortalidad de hombres jóvenes, por lo que hay un ratio que permite que los hombres puedan tener varias mujeres como compañeras sexuales. Lo mismo sucede con algunas tribus violentas como los achaguas o chibchas, que someten a otras tribus y toman a sus mujeres como prisioneras. Pero también existen algunos casos de poliandría. "En el curso de nuestra estancia entre los guayaquís, una mujer casada inició una intriga amorosa con un joven soltero. Furioso el marido golpeó en primer lugar a su rival, más tarde, ante el chantaje de su mujer, aceptó finalmente la legalización de la situación dejando que el amante clandestino se convirtiera en el marido secundario oficial de su esposa (...). Por otro lado, la presión del grupo, preocupado por eliminar cualquier factor de desorden, le hubiera obligado más pronto o más tarde". Vemos como la institución social de las relaciones no es algo "cultural" en sentido idealista, sino que surge para resolver problemas biológicos y sociales. "Si los hombres guayaquís aceptan la poliandría, están muy lejos de sentirse a gusto con ella". Si existe la poliandría entre los guayaquís, se debe ante todo "porque es necesaria a causa del déficit de mujeres". Sin embargo, no es lo más habitual o preferido cuando existen situaciones que no generan presión social. "Si los guayaquís rechazasen la poliandría, su sociedad no sobreviviría".

Jefe y tribu son las unidades de intercambio que establecen una relación en buena medida basada en un intercambio de bienes, sexo, y signos lingüísticos, en una relación de reciprocidad mutua. El mayor valor de las sociedades primitivas es el acceso a mujeres, por lo que en realidad el jefe es privilegiado en esta relación de intercambio, en contraste con lo poco que puede ofrecer a nivel material, por muy demandante que sea la tribu, y por generoso que el jefe quiera ser. La tecnología rudimentaria hace que un individuo no pueda concentrar mucha riqueza. Las diferencias sociales se muestran de forma natural en la edad, el sexo y el parentesco, y dado que la jefatura se realiza por razones de edad, o por la condición de guerrero en algunos casos, estando sujeta a menudo a transmisión hereditaria, no emergen luchas por el poder político, lo cual contribuye a la estabilidad de los grupos.

Vemos que lo que tanta gente llama "cultura" es el resultado de una interacción entre la biología de las personas (necesidades, rasgos...) enfrentado a las condiciones de disponibilidad de recursos de su medio, y a las consecuencias de las distintas acciones potenciales para la estabilidad demográfica y social, no siendo un simple producto del lenguaje o tradición idealista, como tantas personas tienen en la cabeza. La ironía es que solo el occidental con su cerebro inundado de lenguaje se puede permitir pensar que la "cultura" es un juego de "ideas" mediante lenguaje que se hacen costumbre. Por mucho que uno discrepe en muchos aspectos de la antropología materialista de un marxista como Marvin Harris, es grosero interpretar la diversidad de marcos ecológicos y sociales como un mero relativismo de ideas.

El hombre se refugia en su canto, momento de conexión consigo mismo, momento de calma, de reafirmación, también de protesta por su destino de cazador que comparte su presa con la tribu, y esposo que debe compartir a su mujer. Aquí, en la noche, el lenguaje no tiene como función comunicar a otros, sino que es un endolenguaje, momento de refugio en la libertad de su soledad. El hombre de la tribu es un hombre fuertemente social, y es a través del canto como el hombre conecta con su propio yo, donde puede escapar de su ser social, de su "animal político" aristotélico, de su contrato social roussoniano. La nostalgia de evadirse.

La palabra

"Toda cultura es, podríamos decir que por definición, etnocéntrica, en su relación narcisista consigo misma".

"La etnología desea situarse directamente en el plano de la universalidad", dice Clastres, "instalada en su particularidad". Sin embargo, "su pseudodiscurso científico se degrada rápidamente en auténtica ideología". Aquí Clastres se refiere a la perspectiva etic y emic, que ha sido uno de los campos de batalla dentro de la antropología, y que separa fuertemente a materialistas y marxistas como Marvin Harris, de antropólogos emic que resisten la imposición de un marco de significado llamado "objetivo", pero que está inevitablemente impuesto por un marco de referencia externo. La ausencia de coacción es interpretada como "atraso", mientras que las sociedades de Moctezuma o de los Incas eran vistas como sistemas más reconocibles por los occidentales, por la existencia de un estado y por tanto interpretados como un sistema más avanzado. Esta "mistificación grosera" dice Clastres, es "tanto más sospechosa cuanto que ha contribuido a orientar la estrategia de las naciones industriales frente al mundo llamado subdesarrollado". Se observa, remarca Clastres, una continuidad entre la observación en primera persona, espontánea e ingenua, que iban dejando los exploradores europeos, con el pensamiento sistemático de los científicos modernos. "El juicio es el mismo, aunque este se exprese en términos más delicados".

"Hablar es, ante todo, tener el poder de hablar". Dicho de otra manera, el poder se ejerce mediante el dominio de la palabra. "Solo los amos pueden hablar", mientras que son los súbditos quienes están "sometidos al silencio del respeto". El deseo de uno es la conquista del otro, no por lo que se dice, sino por el simple hecho de a quién se le permite hablar y quien debe callar. Palabra pobre a menudo, pero que solo acepta su sometimiento. "Toda toma de poder es también una apropiación de la palabra". Clastres está describiendo la censura actual de nuestro estado occidental. "Aunque se denomine liberal" dice Clastres, "no deja por ello de ser el dueño último de la violencia legítima". Se refiere a la conocida definición del estado de Max Weber, como el monopolio de la violencia. Es interesante que distintas tribus definan al jefe como el amo de las palabras. Sin embargo, la palabra en las sociedades con estado es el derecho del poder, y en las sociedades que analiza Clastres, la palabra es el deber del poder. Pero el poder está separado de la palabra, vigilado por la tribu. Tienen atrapado al jefe en el lenguaje, en lugar de estar la sociedad sometida a una trampa de lenguaje como sucede en occidente.

Comentarios finales

Me hubiera gustado ver la evolución del estudio y del pensamiento de Clastres, quien desgraciadamente murió en un accidente a los 43 años.

Las sociedades primitivas no son meramente sociedades sin estado, sino sociedades contra el estado. Por tanto no pueden definirse como lucha de clases, sino de lucha contra el estado. Es el estado quien expropia el poder a las personas, quien expropia las relaciones de producción basadas en el intercambio, y quien expropia la participación directa de las personas en su comunidad. El estado es anterior a todo lo que quiera teorizar el marxismo. Contrario al mismo, "la relación política del poder funda y precede la relación económica de explotación". La alienación es primero política, antes que económica. La sociedad no comienza con ricos y pobres, explotados y explotadores, sino entre quienes mandan y obedecen. Las sociedades no solo obedecen, aceptan obedecer. Esta es la cuestión más misteriosa, por qué las personas se someten voluntariamente a su propia sumisión. Las sociedades sin agricultura suelen ser pequeñas, a veces unas decenas de individuos, aunque hay tribus agrarias que pueden tener más de mil individuos. Probablemente a partir de cierto número de habitantes, se den las condiciones para que surja el estado.

Las sociedades primitivas aestatales ejercen diversos mecanismos culturales de control sobre el líder o jefe tribal, por lo que el poder permanece en la población. El liderazgo es una concesión, el líder tiene el poder de la palabra, pero no lo puede transformar en poder de coacción subordinación y violencia con el que el estado ejerce la coacción sobre las personas para que produzcan sometidos a su interés. El poder está al servicio de la comunidad. En las sociedades primitivas, el líder lo es mediante la concesión de su pueblo, y por ello está en deuda con el mismo. Contrariamente, a medida que surge el estado, la coacción ejercida mediante el poder político invierte esta situación, y son las personas las que se sienten en deuda con el estado, y deben someterse perpetuamente al sistema de producción. Esto incluye el proyecto leninista-stalinista, que no es otra cosa que una sociedad de clases apoyada si no apoyada en el capital, apoyada en el estado, clases con poder y sin poder. Burguesía rusa estatal que no es menos feroz que cualquier otra, dice Clastres. El estado solo surge si primero hay personas explotando a otras, es decir, es la consecuencia de una relación de poder, no una relación económica, que sería en todo caso secundaria. Y para que exista poder, debe existir un reconocimiento de dicho poder. Ante el mandato "tienes que obedecerme", tiene que haber un grupo de personas que diga sí. Sin embargo, muchos indios han dicho no. Si fuera un mero epifenómeno aleatorio, un fallo de la síntesis en sentido de la evolución marxista de las sociedades, no existirían tantas sociedades con el mismo sistema de organización.

Me alegra ver que Clastres entiende que la existencia del impuesto no es un hecho principalmente económico. Cada impuesto es ante todo un acto de poder sobre la sociedad, una ceremonia con la que el estado ejerce y reafirma su poder sobre las personas. Cuando el estado pone un nuevo impuesto con cualquier excusa, o sube otros existentes, ante todo se produce una expansión de la cuota de poder sobre las personas, y consistentemente, una pérdida de poder de las personas sobre sí mismas, y respecto al estado. Con cada movimiento expansivo del estado, la persona se debilita. No es la mera recaudación económica lo que se impone, sino que se refuerza la relación de mando y obediencia. Cada expansión adicionalmente reduce la relación entre las personas, y reduce el poder de las personas en sus propias comunidades. Toda persona es coaccionada a relacionarse mediante el estado y con ello se produce una progresiva deshumanización. Bajo toda forma de gobierno, el estado conduce inexorablemente a un proceso de autoexpansión, mediante el control racionalmente planificado de la demografía y de la producción. Más personas más tributos, más grande se hace el poder, más grande la acumulación de riqueza, más grande es la fuerza del estado. El "desarrollo" valorado en términos economicistas en nombre de "la ciencia" no es más que una profecía autocumplida. La estatización culmina con un proceso de autoexpansión sin fin en el que la persona es eternamente coaccionada para producir porque nunca hay suficiente riqueza acumulada. El estado nunca va a menos, y nunca devuelve nada de lo que ha tomado a las personas. Y eso es todo lo que hay.

Muchas sociedades no han querido cambiar el poder de decidir simplemente por acumular cosas como hemos hecho en las sociedades occidentales. Quizás podríamos aprender algo de ellos. No es que no hayan "evolucionado", es que no han querido renunciar a su manera de vivir. Nos aterra la posibilidad de que estas sociedades no sean simples anomalías no evolucionadas, sino que funcionen como han querido hacerlo. Estas sociedades se caracterizan por ejercer el poder de forma negativa, es decir, a diferencia de nosotros, controlándolo en todo momento.

"Comprendemos que la impotencia del poder se articula directamente con su situación marginal respecto al sistema total".

Debe determinarse cual es el paso de la no historia al historicismo, el paso de la no coerción a la coerción, y la composición de ese aparato de poder que permite diferenciar la sociedad política de la no política. Sobre todo para juzgar como "prepolítica" una sociedad primitiva, como si el ser humano no hubiera existido antes de la sociedad política coactiva y toda esa "pre-historia" de la sociedad "pre-política" fuera un simple ensueño de una vida que no tuvo valor ser vivida. Si hay más vida humana en la vida de aquellas tribus, o en el cerebro del besugo occidental promedio, tengo mi opinión. Igualmente, es cuestionable el hecho de considerar "avanzado" una política que es una corporación de burócratas confiscando el dinero de las personas que trabajan, dictando déspotamente leyes en beneficio del estado que las personas ni leen ni entienden, mentirosos y arrogantes en lo personal, cuando no frontales clientes de burdeles. Y los ciudadanos "avanzados" de occidente son aquellos que los justifican. Parece que las sociedades viven o bien en la carencia política de comunidades primitivas, o en el exceso político que nos conduce irremediablemente a un estado totalitario.

Nuestra sociedad "científica" gira más que nunca en torno a la palabra. El poder se ejerce ante todo en el hecho de a quien se le permite el uso de la palabra, y a quien se le niega. Llamamos "algoritmo" a la censura, y "desinformador" a quien expone a quienes ejercen el poder. El problema principal no obstante lo expuso Clastres: si existe obediencia y coacción, es porque la mayoría de la sociedad lo legitima y acepta. El lenguaje científico es ante todo un lenguaje racionalizante, dentro y fuera de la antropología. La medicina es quizás la obra cumbre de la justificación del estado, con el evidente uso del miedo, elevado a mitología (el mito de la medicina en la esperanza de vida que tanta gente cree fue derribado por epidemiólogos como Thomas McKeown o el propio Cochrane). Dado que lo que hay es un discurso con lenguaje sofisticado que la mayoría de las personas no tiene recursos intelectuales para comprender, "la ciencia del hombre quizás no sea necesaria". Imponemos el discurso mediante violencia y censura y punto. Eso es la mayor parte de aquello que la gente llama "la ciencia".

Los hechiceros funcionan para mantener la cohesión en la tribu, sin embargo, en algunos tiempos surge un fenómeno de prédica encendida, tierras prometidas y supersticiones diabólicas, que animaba a los indios a abandonar la tierra de su tribu, para buscar la tierra divina. Piensa Clastres que puede ser una reacción ante la visión de irremediable condena y disolución de las tribus en algunos momentos críticos. A los profetas siempre les ha atormentado escapar del mal de este mundo material. La recurrencia a hablar de Franco, o de Cuba, cuando el prestigio del estado se ve amenazado, incluso de "la ciencia", no difiere en nada de la sugestión mediante el miedo y la recurrencia al mito del chamanismo. Salvo la mayor racionalización debida a la sobredosis de lenguaje del cerebro sobrerregulado del occidental, que le hace más vulnerable al autoengaño que nadie en el mundo.

¿Quiere esto decir que la ciencia y el pensamiento se excluyen mutuamente, y que la ciencia se edifica a partir de la ausencia de pensamiento o incluso del antipensamiento? Las banalidades, unas veces tímidas y otras osadas, que profieren desde todas partes los militantes de la "ciencia" parecen caminar en ese sentido. Pero, en este caso, conviene observar a que conduce esta vocación frenética del antipensamiento: bajo el manto de la "ciencia", de simplezas epigonales o empresas menos ingenuas, nos lleva directamente al oscurantismo". Pierre Clastres.

Citar como: Bordallo. A. Revisión de La sociedad contra el estado. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/noticia_la_sociedad_contra_estado_pierre_clastres
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