Obesidad y TCA
¿Hambre verdadera, hambre mental y hambre sentimental? No.
Lo que llamamos hambre es una construcción de múltiples procesos neurales, de tipo neuroendocrino, viscerosensitivo, afectivo, hedónico, procedimental, representacional, etc, que generan un estado motivacional hacia la búsqueda y consumo de alimentos. Esto implica aspectos neuropsicológicos que son clave en el manejo de la conducta alimentaria.
Suele llamarse "homeostático", "fisiológico" o incluso "real" a lo que en realidad son distintos aspectos del sistema nervioso que no pueden aislarse ni reducirse a "fisiológicos". Desde señales aferentes neuroendocrinas del nervio vago, a procesos aferentes de mecanotransducción digestiva, a aspectos de señalización de bioenergética celular, niveles de nutrientes en sangre, activación de neuronas orexigénicas en el hipotálamo, señalización de hormonas digestivas y adipocitarias, etc. Existen mecanismos homeostáticos, aunque en contra de lo que se dice, actúan precisamente sensibilizando las áreas hedónicas del cerebro. Es en un estado de falta de alimentos cuando nuestros sistemas de recompensa son más sensibles a las señales sensoriales de alimentos, sean anticipatorias y/o consumatorias. Es decir, la comida nos sabe mejor cuando tenemos hambre, y viceversa, la entrada progresiva de alimentos desactiva el sistema de recompensas.
Es consistente en estudios experimentales que los seres vivos ingieren más comida cuando les resulta apetecible. El incentivo hedónico aumenta la ingesta (comida sin condimentar vs comida condimentada), pero establecer una dicotomía entre "hambre real" y "hambre hedónica" como procesos separados es algo sin sustento neurofisiológico. La investigación muestra que la mayoría de las hormonas digestivas "fisiológicas" relacionadas con el hambre y la saciedad activan o desactivan precisamente el sistema de recompensas, estando irónicamente más clara su actividad sobre el sistema de recompensas que sobre el "hambre fisiológica" propiamente. Los propios mecanismos enteroendocrinos "homeostáticos" también generan estados afectivos, están sometidos a aprendizaje asociativo, operante, están bajo control circadiano, etc. También están sometidos a procesos básicos de tolerancia, sensibilización, etc, que varían entre individuos. No hay señales puramente homeostáticas, ni existe una dicotomía respecto a otros procesos, típicamente relacionados con la recompensa o con estados afectivos. Pese a su popularidad en la nutriesfera y la psicología-pop, es frontalmente incorrecto.
No es hambre emocional, sino condicionamiento
Suele confundirse el término emoción con refuerzo negativo y condicionamiento a señales. El craving, la compulsión, el atracón, etc, no son "hambre emocional". Se llama inapropiadamente "emocional" a procesos muy diferentes de refuerzo negativo, memorias de procedimientos, estados afectivos, rasgos de personalidad, falta de inhibición, dificultades ejecutivas... e incluso a la propia alexitimia. Todo son, supuestamente, "emociones". Hablamos de rasgos neurológicos en buena medida genéticos, por lo que llamar "emocional" a procesos tan diferentes no puede ser más frívolo para las personas que tienen problemas de conducta alimentaria. A veces lo alimentario es secundario, pero no nos extenderemos aquí.
Los estados afectivos pueden funcionar como triggers condicionados y reforzarse en múltiples niveles, pero esto no equivale a que las personas con compulsiones confunden sus "emociones" con hambre "real". Se asume que la experiencia consciente de "la emoción" genera la compulsión, pero la señal orexigénica y la dificultad de inhibición es lo que a menudo genera un estado afectivo como consecuencia que se asume irreflexivamente como causa. No debe confundirse que la señal orexigénica cause estados afectivos, con lo contrario, que los estados afectivos estén causando la señal orexigénica.
Los estados afectivos por su parte producen respuestas eferentes, cambios fisiológicos reales, y se activan los circuitos de ingesta reales. Pero estamos ante todo ante una respuesta condicionada, y ante procesos fisiológicos, no meros pensamientos o meros sentimientos de la persona. Una compulsión no es hambre emocional, sino un proceso negativamente reforzado que ocurre a nivel subcortical, algo a su vez distinto a un hábito. Debe quedar claro que las dietas no abordan el condicionamiento de señales y las respuestas sobreaprendidas.
Es evidente que se utilizan conceptos sin un conocimiento mínimo, desde lo que se llama "emoción", hasta lo que es el propio hambre. Aún aceptando la existencia de "tipos de hambre", podríamos en realidad hablar de "hambre circadiana", "hambre exteroceptiva" (motivada por señales externas), “hambre interoceptiva” (motivada por señales internas), "hambre compulsiva" (negativamente reforzada), "hambre procedimental" (memorias procedimentales aprendidas a nivel operante), "hambre hedónica anticipatoria (deseo)", "hambre hedónica consumatoria (placer)", "hambre emocional", "hambre asociativa" (pauloviana), "hambre impulsiva", "hambre social"... pero en realidad no son elementos aislados, sino que construyen una cualidad en la experiencia de hambre única en cada persona, e incluso en distintos contextos. La afirmación común de que hay dos tipos de hambre no es solo errónea, sino que muestra una profunda incomprensión de lo que es el hambre, la conducta alimentaria, y la obesidad.
El hambre es un proceso formado en múltiples niveles del sistema nervioso, no siendo únicamente un fenómeno cuantitativo (más o menos hambre), sino que el hambre en cada persona es construido de forma cualitativamente diferente, e implica distintos componentes circadiano, neuroendocrino, psicomotor, ejecutivo, cognitivo, hedónico, sensorial, etc. No son componentes separados, o aislados, sino que construyen un proceso conjunto. Sigue perdurando un concepto mentalista de falso dualismo cartesiano en torno a la conducta, a veces incluso semántico, confundiendo procesos neurales con "educación nutricional".
Internet está inundado de textos sobre "hambre real y emocional", algo llamativamente erróneo y superficial. Este tipo de mal llamada "divulgación" infantiliza a los pacientes, disemina conceptos erróneos sobre obesidad y conducta alimentaria, y da una imagen infantil de las propias profesiones sanitarias.
Citar como: Bordallo. A. ¿Hambre verdadera, hambre mental y hambre sentimental? No. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_hambre-real-o-emocional
Copyright© ICNS Instituto
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Suele llamarse "homeostático", "fisiológico" o incluso "real" a lo que en realidad son distintos aspectos del sistema nervioso que no pueden aislarse ni reducirse a "fisiológicos". Desde señales aferentes neuroendocrinas del nervio vago, a procesos aferentes de mecanotransducción digestiva, a aspectos de señalización de bioenergética celular, niveles de nutrientes en sangre, activación de neuronas orexigénicas en el hipotálamo, señalización de hormonas digestivas y adipocitarias, etc. Existen mecanismos homeostáticos, aunque en contra de lo que se dice, actúan precisamente sensibilizando las áreas hedónicas del cerebro. Es en un estado de falta de alimentos cuando nuestros sistemas de recompensa son más sensibles a las señales sensoriales de alimentos, sean anticipatorias y/o consumatorias. Es decir, la comida nos sabe mejor cuando tenemos hambre, y viceversa, la entrada progresiva de alimentos desactiva el sistema de recompensas.
Es consistente en estudios experimentales que los seres vivos ingieren más comida cuando les resulta apetecible. El incentivo hedónico aumenta la ingesta (comida sin condimentar vs comida condimentada), pero establecer una dicotomía entre "hambre real" y "hambre hedónica" como procesos separados es algo sin sustento neurofisiológico. La investigación muestra que la mayoría de las hormonas digestivas "fisiológicas" relacionadas con el hambre y la saciedad activan o desactivan precisamente el sistema de recompensas, estando irónicamente más clara su actividad sobre el sistema de recompensas que sobre el "hambre fisiológica" propiamente. Los propios mecanismos enteroendocrinos "homeostáticos" también generan estados afectivos, están sometidos a aprendizaje asociativo, operante, están bajo control circadiano, etc. También están sometidos a procesos básicos de tolerancia, sensibilización, etc, que varían entre individuos. No hay señales puramente homeostáticas, ni existe una dicotomía respecto a otros procesos, típicamente relacionados con la recompensa o con estados afectivos. Pese a su popularidad en la nutriesfera y la psicología-pop, es frontalmente incorrecto.
No es hambre emocional, sino condicionamiento
Suele confundirse el término emoción con refuerzo negativo y condicionamiento a señales. El craving, la compulsión, el atracón, etc, no son "hambre emocional". Se llama inapropiadamente "emocional" a procesos muy diferentes de refuerzo negativo, memorias de procedimientos, estados afectivos, rasgos de personalidad, falta de inhibición, dificultades ejecutivas... e incluso a la propia alexitimia. Todo son, supuestamente, "emociones". Hablamos de rasgos neurológicos en buena medida genéticos, por lo que llamar "emocional" a procesos tan diferentes no puede ser más frívolo para las personas que tienen problemas de conducta alimentaria. A veces lo alimentario es secundario, pero no nos extenderemos aquí.
Los estados afectivos pueden funcionar como triggers condicionados y reforzarse en múltiples niveles, pero esto no equivale a que las personas con compulsiones confunden sus "emociones" con hambre "real". Se asume que la experiencia consciente de "la emoción" genera la compulsión, pero la señal orexigénica y la dificultad de inhibición es lo que a menudo genera un estado afectivo como consecuencia que se asume irreflexivamente como causa. No debe confundirse que la señal orexigénica cause estados afectivos, con lo contrario, que los estados afectivos estén causando la señal orexigénica.
Los estados afectivos por su parte producen respuestas eferentes, cambios fisiológicos reales, y se activan los circuitos de ingesta reales. Pero estamos ante todo ante una respuesta condicionada, y ante procesos fisiológicos, no meros pensamientos o meros sentimientos de la persona. Una compulsión no es hambre emocional, sino un proceso negativamente reforzado que ocurre a nivel subcortical, algo a su vez distinto a un hábito. Debe quedar claro que las dietas no abordan el condicionamiento de señales y las respuestas sobreaprendidas.
Es evidente que se utilizan conceptos sin un conocimiento mínimo, desde lo que se llama "emoción", hasta lo que es el propio hambre. Aún aceptando la existencia de "tipos de hambre", podríamos en realidad hablar de "hambre circadiana", "hambre exteroceptiva" (motivada por señales externas), “hambre interoceptiva” (motivada por señales internas), "hambre compulsiva" (negativamente reforzada), "hambre procedimental" (memorias procedimentales aprendidas a nivel operante), "hambre hedónica anticipatoria (deseo)", "hambre hedónica consumatoria (placer)", "hambre emocional", "hambre asociativa" (pauloviana), "hambre impulsiva", "hambre social"... pero en realidad no son elementos aislados, sino que construyen una cualidad en la experiencia de hambre única en cada persona, e incluso en distintos contextos. La afirmación común de que hay dos tipos de hambre no es solo errónea, sino que muestra una profunda incomprensión de lo que es el hambre, la conducta alimentaria, y la obesidad.
El hambre es un proceso formado en múltiples niveles del sistema nervioso, no siendo únicamente un fenómeno cuantitativo (más o menos hambre), sino que el hambre en cada persona es construido de forma cualitativamente diferente, e implica distintos componentes circadiano, neuroendocrino, psicomotor, ejecutivo, cognitivo, hedónico, sensorial, etc. No son componentes separados, o aislados, sino que construyen un proceso conjunto. Sigue perdurando un concepto mentalista de falso dualismo cartesiano en torno a la conducta, a veces incluso semántico, confundiendo procesos neurales con "educación nutricional".
Internet está inundado de textos sobre "hambre real y emocional", algo llamativamente erróneo y superficial. Este tipo de mal llamada "divulgación" infantiliza a los pacientes, disemina conceptos erróneos sobre obesidad y conducta alimentaria, y da una imagen infantil de las propias profesiones sanitarias.
Citar como: Bordallo. A. ¿Hambre verdadera, hambre mental y hambre sentimental? No. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_hambre-real-o-emocional
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