Neurociencia y Psicología
La digitalización de la consciencia y el camino al posthumanismo
La digitalización y emulación de la mente humana es un hecho. El servidor de email hace tiempo que lee nuestros emails y ofrece pequeñas respuestas automáticas. Ya hay tecnología para que realicen grandes respuestas automáticas a partir del análisis de los emails, y aprender de nuestras respuestas, comunicación y comportamiento. Esta misma inteligencia artificial también puede aprender de nuestras cuentas de redes sociales, postear, interactuar y responder por nosotros. Estoy seguro de que estas emulaciones virtuales de las personas se pondrán en marcha pronto. Por tanto, ya es posible una réplica de nuestra mente que opere de forma autónoma e inteligente, que siga operando desde nuestra experiencia e interactuando, aunque nosotros hayamos muerto. Esto implica que una parte de nuestra mente seguiría operando después de nosotros. No obstante, debemos diferenciar la consciencia de los contenidos de la consciencia. Esta réplica que avanza en sofisticación no implica necesariamente que genere autoconsciencia, la cual evolucionaría desde un protoself damasiano digital formando una consciencia 1.0, hacia una metaconsciencia unificada en un ejecutivo central, que apunta bastante distópica.
De la Galaxia Gutenberg a la Galaxia Minsky.
Ya existen empresas que congelan el cerebro, para conservarlo y poder replicar en un futuro su conectoma. No haría falta el tejido neural posteriormente, sino replicar el mapa de procesos de su conectoma de forma digitalizada. Cada software sería una replica individualizada en la que algún tipo de inteligencia artificial opera desde el conectoma de base del cerebro de la persona. Podríamos trasladar la mente de un lugar a otro, exportándola a un hardware. Sin embargo, mente, contenido de la mente, y consciencia, son aspectos diferentes. Lo primero implicaría la forma de operar del conectoma en un nivel de procesamiento de la información. Los contenidos de la mente serían por ejemplo las memorias, las formas de interactuar con el medio, etc. El aspecto más complejo es la propia autoconsciencia, el hecho de tener la experiencia consciente en primera persona de sentirme vivo. Esto implica no solamente procesar información (detectar temperatura), sino experimentar qualias (experimentar la experiencia de placer que siento al darme una ducha caliente). Por tanto, si se emulara un conectoma, una posibilidad es que podrían recuperarse contenidos de la mente (memorias de la ontogenia de la persona mediante neuro plasticidad adaptativa, imágenes mentales autobiográficas...), pero esa réplica no se experimentaría a sí misma como ser autoconsciente que experimenta cualitativamente experiencias subjetivas en primera persona.
El zombie filosófico de Chalmers implica este argumento. Podemos computar todo el comportamiento físico del cuerpo, y crear un humanoide indistinguible de una persona que pase ampliamente el Test de Turing. Pero este humanoide, aún perfectamente replicado mediante un sofisticado proteoma de todo un universo sináptico, seguiría sin tener necesariamente una experiencia consciente de las cosas en primera persona. Podría detectar todo proceso cuantitativo, desde registrar sonido, incluso reconocer canciones, a registrar partículas volátiles. Pero no experimentaría la experiencia subjetiva de escuchar una sesión de old school jungle, ni el sabor de unas tortitas con nata y chocolate. El hecho de que la consciencia pueda ser computable mediante fisicalismo reduccionista implica un salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, de la ciencia en tercera persona visible y medible, a la experiencia en primera persona no medible ni visible fuera de ella. Una emulación podría comprender lo que es un sentimiento, pero no se sentiría a sí misma necesariamente en forma de experiencia propia en primera persona. Una meta-representación de procesos no implica necesariamente una consciencia de sí mismo, ni la capacidad de percibirse como ser consciente. Incluso aunque nos conectáramos directamente al cerebro de otra persona como en el anime Ghost in the Shell, experimentaríamos los contenidos mentales desde nuestra primera persona, no experimentaríamos la experiencia consciente en primera persona tal como la experimenta aquella.
Para comprender lo que supone la digitalización de nuestra consciencia, pensemos en un videojuego. Básicamente es una simulación de nuestra experiencia sensorial, en este momento incompleta, reproduciendo imágenes y sonido, pero no otros canales sensoriales como el sentido del tacto, el olfato, ni otros aspectos interoceptivos. Adicionalmente, experimentamos el videojuego a través de un dispositivo externo que se muestra en una pantalla, como un objeto externo a nosotros, no como una inmersión propia de la experiencia sensorial. Una emulación completa de nuestra experiencia consciente necesita los distintos canales sensoriales, pero también recrear una experiencia inmersiva que sea percibida como interna.
La resolución de audio digital es desde hace mucho tiempo muy buena, pero falta una representación espacial 360º del sonido para emular como es experimentado en el medio físico. Por ello, la reproducción estereofónica en un solo plano izquierda-derecha es distinta a la experiencia del medio físico. La resolución visual ha mejorado en los últimos años y se va acercando al fotorealismo, aunque tiene camino aún por delante. Dispositivos como las gafas de realidad virtual acercan a esa representación espacial 360º necesaria para ser percibida como una experiencia sensorial en el mundo físico. Más compleja es la computación de información somatosensitiva necesaria para mapear la experiencia háptica que emule sensaciones corporales. Sin embargo, cuando experimentamos que nos tocan el brazo, esa sensación no la produce en realidad el brazo, la produce el cerebro, y éste lo proyecta mepeándolo sobre del brazo, por lo que es posible estimular la corteza somatosensitiva a lo largo del mapa somatotópico para producirnos sensaciones corporales. Los aspectos olfativos son sin duda un reto. En definitiva, lo que experimentamos como humanos podemos verlo simplemente como la experiencia de distintos canales sensoriales que podemos emular estimulando directamente la actividad del sistema nervioso. De hecho, hay científicos que piensan que quizás ya somos una emulación, pero con el resto de canales sensoriales que son lo que nos hacen sentirnos personas en un mundo físico de forma plena. Pensemos si la vida son distintos planos de emulaciones, en las cuales hay seres vivos que consiguen crear algún tipo de emulación de ellos mismas, y sus emulaciones se autoemulan...
El mundo material que percibimos igualmente solo son señales neuronales que podemos emular. No tenemos acceso al mundo físico que percibimos, solo experimentamos una recreación de un mundo que percibimos como externo. Pero esta experiencia sensorial humana de vivir en un mundo físico no es producida por la existencia real de un mundo físico externo a nosotros. Aquello que experimentamos como mundo físico es una recreación virtual metafórica que construye exclusivamente nuestro cerebro dando una forma material a nuestra existencia, pero en realidad fuera de nuestro cerebro no existe ese mundo físico que experimentamos. Nuestra experiencia sensorial es solo un escenario virtual que dibujan nuestras neuronas, pero esta emulación no es una representación real del mundo verdadero que nos rodea tal como es. Puede haber moléculas oscilando, partículas cambiando su estado en un nivel cuántico, o algún tipo de algoritmo, pero no existe ese mundo físico de formas y colores que percibimos. Esto implica que no es necesaria la existencia del mundo físico para producir la experiencia humana consciente de interactuar sensorialmente con un mundo físico, por lo que podemos emular un mundo físico que se percibiría idéntico al real reproduciendo la activación que realizan las neuronas en respuesta a las diferencias de presión auditivas, longitudes de onda, etc, produciendo la misma experiencia que percibimos como "realidad física".
La digitalización de la experiencia sensorial es un hecho. Muchas personas viven ya sumergidas en internet sin gran contacto físico con el mundo. En este momento tenemos una percepción del mundo digital como algo externo a nosotros porque interactuamos mediante una pantalla externa. Pero pronto la experiencia digital será experimentada en unas gafas, quizás unas lentillas, creando una experiencia progresivamente más cercana a la inmersión. No pasará mucho tiempo antes de que un dispositivo active las cortezas sensoriales directamente, y la experiencia sea interna. La frontera entre lo interno y lo externo se difumina progresivamente, y la experiencia entre lo digital y lo físico se hará indistinguible. El mundo digital comenzará a ocupar una parte mayor de nuestra vida que el físico, y con ello nuestro cerebro creará un mapa del espacio digital como parte de su identidad. Finalmente, el mundo físico será sustituido por una emulación digital que suplante nuestro mundo físico. Como hemos discutido, cuando percibimos que tocamos algo, en realidad no experimentamos ese objeto físico, sino que se activan unas neuronas en la corteza somatosensitiva que construyen la experiencia sensorial que representa la existencia de un objeto que percibimos como tal. Nuestro tacto en este caso es en todo caso una emulación que crea el cerebro, no se genera en el contacto entre una mano y un objeto, sino en el cerebro, al activarse cierto patrón de neuronas. En definitiva, es posible crear una emulación completa de toda nuestra experiencia consciente. Quizás estamos ante un ejemplo dramático del fenotipo extendido de Dawkins, y con ello, con el fin del largo proceso ontogenético de la propia evolución biológica del ser humano.
El mayor sistema de control social de la historia de la humanidad
La censura de internet y su control por una oligarquía estatal y privada es ya una realidad. Internet no es ya aquel espacio público construido de abajo a arriba mediante aportaciones de las personas en distintos sitios webs o foros libres de discusión. Lo que es visible en internet es sometido a un filtro mediante algoritmos, controlándose el discurso desde arriba. Sorprende que no mucha gente parece ser consciente de esto, ni parece preocuparles lo más mínimo. Por alguna casualidad inimaginable, alguien ha dado capacidad legal a todas las corporaciones de internet para filtrar y censurar a dedo lo que les plazca, quizás siguiendo instrucciones de aquellos que les han dado tal capacidad legal. Adicionalmente, existe un ejecutivo central, una inteligencia artificial que ha ido tomando nota de nuestros intereses, actividades y respuestas. Ese ejecutivo central oculta la información que no quiere que veamos en internet, y visibiliza globalmente lo que quiere que veamos. Toda la información que ha recopilado ese ejecutivo central sobre el comportamiento de las personas, es utilizada en primer lugar para aumentar su eficacia como ejecutivo central, lo que implica ser más eficaz controlando el medio digital y dirigiendo el comportamiento de las personas.
Por otro lado, dado que nuestra mente consciente es simplemente una introyección de la información que recibe del medio, e internet es progresivamente el medio por el que recibimos los contenidos de nuestra consciencia, el proceso de programación de las mentes avanza sin remedio. El control total de la información supone el control total de los individuos. No pasará mucho tiempo para que internet sea parte de la propia experiencia de ser humano conectados 24 horas a esta consciencia global, mediante dispositivos inmersivos que producirán una nueva capa simbólica: la cibernética del fenotipo extendido posthumano. Así, dentro de nuestro cerebro convivirán los sentidos clásicos, las imágenes mentales y el lenguaje, con una capa de realidad digital construida directamente en la corteza sensorial.
Guste o no, vivimos una fuerte censura, no solo en medios de comunicación, sino en todo internet, pero también en las instituciones del estado, universidades, producción científica, etc. Quien se desvía del discurso impuesto sencillamente es purgado. Vivimos una dictadura global de ingeniería, maquillada con juegos de lenguaje eufemístico que fascina a los más bobos, liberal para elegir entre un modelo u otro de todo producto de consumo que nos quieran vender. Las propias distopías de Huxley y Orwell infraestimaron ampliamente la sofisticación de la maquinaria de vigilancia y control. Si no triunfaron los regímenes totalitarios en el SXX fue simplemente porque no tenían suficiente tecnología de vigilancia y control. Esa es la única razón. Buena suerte.
Citar como: Bordallo. A. La digitalización de la consciencia y el camino al posthumanismo. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_digitalizacion-de-la-consciencia
Copyright© ICNS Instituto
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El zombie filosófico de Chalmers implica este argumento. Podemos computar todo el comportamiento físico del cuerpo, y crear un humanoide indistinguible de una persona que pase ampliamente el Test de Turing. Pero este humanoide, aún perfectamente replicado mediante un sofisticado proteoma de todo un universo sináptico, seguiría sin tener necesariamente una experiencia consciente de las cosas en primera persona. Podría detectar todo proceso cuantitativo, desde registrar sonido, incluso reconocer canciones, a registrar partículas volátiles. Pero no experimentaría la experiencia subjetiva de escuchar una sesión de old school jungle, ni el sabor de unas tortitas con nata y chocolate. El hecho de que la consciencia pueda ser computable mediante fisicalismo reduccionista implica un salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, de la ciencia en tercera persona visible y medible, a la experiencia en primera persona no medible ni visible fuera de ella. Una emulación podría comprender lo que es un sentimiento, pero no se sentiría a sí misma necesariamente en forma de experiencia propia en primera persona. Una meta-representación de procesos no implica necesariamente una consciencia de sí mismo, ni la capacidad de percibirse como ser consciente. Incluso aunque nos conectáramos directamente al cerebro de otra persona como en el anime Ghost in the Shell, experimentaríamos los contenidos mentales desde nuestra primera persona, no experimentaríamos la experiencia consciente en primera persona tal como la experimenta aquella.
Para comprender lo que supone la digitalización de nuestra consciencia, pensemos en un videojuego. Básicamente es una simulación de nuestra experiencia sensorial, en este momento incompleta, reproduciendo imágenes y sonido, pero no otros canales sensoriales como el sentido del tacto, el olfato, ni otros aspectos interoceptivos. Adicionalmente, experimentamos el videojuego a través de un dispositivo externo que se muestra en una pantalla, como un objeto externo a nosotros, no como una inmersión propia de la experiencia sensorial. Una emulación completa de nuestra experiencia consciente necesita los distintos canales sensoriales, pero también recrear una experiencia inmersiva que sea percibida como interna.
La resolución de audio digital es desde hace mucho tiempo muy buena, pero falta una representación espacial 360º del sonido para emular como es experimentado en el medio físico. Por ello, la reproducción estereofónica en un solo plano izquierda-derecha es distinta a la experiencia del medio físico. La resolución visual ha mejorado en los últimos años y se va acercando al fotorealismo, aunque tiene camino aún por delante. Dispositivos como las gafas de realidad virtual acercan a esa representación espacial 360º necesaria para ser percibida como una experiencia sensorial en el mundo físico. Más compleja es la computación de información somatosensitiva necesaria para mapear la experiencia háptica que emule sensaciones corporales. Sin embargo, cuando experimentamos que nos tocan el brazo, esa sensación no la produce en realidad el brazo, la produce el cerebro, y éste lo proyecta mepeándolo sobre del brazo, por lo que es posible estimular la corteza somatosensitiva a lo largo del mapa somatotópico para producirnos sensaciones corporales. Los aspectos olfativos son sin duda un reto. En definitiva, lo que experimentamos como humanos podemos verlo simplemente como la experiencia de distintos canales sensoriales que podemos emular estimulando directamente la actividad del sistema nervioso. De hecho, hay científicos que piensan que quizás ya somos una emulación, pero con el resto de canales sensoriales que son lo que nos hacen sentirnos personas en un mundo físico de forma plena. Pensemos si la vida son distintos planos de emulaciones, en las cuales hay seres vivos que consiguen crear algún tipo de emulación de ellos mismas, y sus emulaciones se autoemulan...
El mundo material que percibimos igualmente solo son señales neuronales que podemos emular. No tenemos acceso al mundo físico que percibimos, solo experimentamos una recreación de un mundo que percibimos como externo. Pero esta experiencia sensorial humana de vivir en un mundo físico no es producida por la existencia real de un mundo físico externo a nosotros. Aquello que experimentamos como mundo físico es una recreación virtual metafórica que construye exclusivamente nuestro cerebro dando una forma material a nuestra existencia, pero en realidad fuera de nuestro cerebro no existe ese mundo físico que experimentamos. Nuestra experiencia sensorial es solo un escenario virtual que dibujan nuestras neuronas, pero esta emulación no es una representación real del mundo verdadero que nos rodea tal como es. Puede haber moléculas oscilando, partículas cambiando su estado en un nivel cuántico, o algún tipo de algoritmo, pero no existe ese mundo físico de formas y colores que percibimos. Esto implica que no es necesaria la existencia del mundo físico para producir la experiencia humana consciente de interactuar sensorialmente con un mundo físico, por lo que podemos emular un mundo físico que se percibiría idéntico al real reproduciendo la activación que realizan las neuronas en respuesta a las diferencias de presión auditivas, longitudes de onda, etc, produciendo la misma experiencia que percibimos como "realidad física".
La digitalización de la experiencia sensorial es un hecho. Muchas personas viven ya sumergidas en internet sin gran contacto físico con el mundo. En este momento tenemos una percepción del mundo digital como algo externo a nosotros porque interactuamos mediante una pantalla externa. Pero pronto la experiencia digital será experimentada en unas gafas, quizás unas lentillas, creando una experiencia progresivamente más cercana a la inmersión. No pasará mucho tiempo antes de que un dispositivo active las cortezas sensoriales directamente, y la experiencia sea interna. La frontera entre lo interno y lo externo se difumina progresivamente, y la experiencia entre lo digital y lo físico se hará indistinguible. El mundo digital comenzará a ocupar una parte mayor de nuestra vida que el físico, y con ello nuestro cerebro creará un mapa del espacio digital como parte de su identidad. Finalmente, el mundo físico será sustituido por una emulación digital que suplante nuestro mundo físico. Como hemos discutido, cuando percibimos que tocamos algo, en realidad no experimentamos ese objeto físico, sino que se activan unas neuronas en la corteza somatosensitiva que construyen la experiencia sensorial que representa la existencia de un objeto que percibimos como tal. Nuestro tacto en este caso es en todo caso una emulación que crea el cerebro, no se genera en el contacto entre una mano y un objeto, sino en el cerebro, al activarse cierto patrón de neuronas. En definitiva, es posible crear una emulación completa de toda nuestra experiencia consciente. Quizás estamos ante un ejemplo dramático del fenotipo extendido de Dawkins, y con ello, con el fin del largo proceso ontogenético de la propia evolución biológica del ser humano.
El mayor sistema de control social de la historia de la humanidad
La censura de internet y su control por una oligarquía estatal y privada es ya una realidad. Internet no es ya aquel espacio público construido de abajo a arriba mediante aportaciones de las personas en distintos sitios webs o foros libres de discusión. Lo que es visible en internet es sometido a un filtro mediante algoritmos, controlándose el discurso desde arriba. Sorprende que no mucha gente parece ser consciente de esto, ni parece preocuparles lo más mínimo. Por alguna casualidad inimaginable, alguien ha dado capacidad legal a todas las corporaciones de internet para filtrar y censurar a dedo lo que les plazca, quizás siguiendo instrucciones de aquellos que les han dado tal capacidad legal. Adicionalmente, existe un ejecutivo central, una inteligencia artificial que ha ido tomando nota de nuestros intereses, actividades y respuestas. Ese ejecutivo central oculta la información que no quiere que veamos en internet, y visibiliza globalmente lo que quiere que veamos. Toda la información que ha recopilado ese ejecutivo central sobre el comportamiento de las personas, es utilizada en primer lugar para aumentar su eficacia como ejecutivo central, lo que implica ser más eficaz controlando el medio digital y dirigiendo el comportamiento de las personas.
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Guste o no, vivimos una fuerte censura, no solo en medios de comunicación, sino en todo internet, pero también en las instituciones del estado, universidades, producción científica, etc. Quien se desvía del discurso impuesto sencillamente es purgado. Vivimos una dictadura global de ingeniería, maquillada con juegos de lenguaje eufemístico que fascina a los más bobos, liberal para elegir entre un modelo u otro de todo producto de consumo que nos quieran vender. Las propias distopías de Huxley y Orwell infraestimaron ampliamente la sofisticación de la maquinaria de vigilancia y control. Si no triunfaron los regímenes totalitarios en el SXX fue simplemente porque no tenían suficiente tecnología de vigilancia y control. Esa es la única razón. Buena suerte.
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